La víctima declaró ayer y afirmó que en su momento mintió para dañar al hombre. Para la fiscalía, la mujer está “entrampada en el ciclo de violencia” y pidió la condena.
En la denuncia original aseguró que su pareja trató de matarla, pero en la instrucción suavizó sus dichos y ayer en el juicio para esclarecer el complejo caso aseguró que mintió para perjudicar al acusado porque descubrió que le era infiel.
“Si tengo que pagar por mi error me parece bien. Así por lo menos me voy a sacar esta culpa”, señaló C. R. K. (44) -se protege la identidad de la mujer para no sobreexponerla- cuando la fiscal Estela Salguero le hizo notar que podría incurrir en falso testimonio.
En consecuencia, ante el Tribunal Penal Uno de Oberá, la denunciante insistió en la inocencia de Alejandro Javier Sanfilippo (39).
“Nunca me pegó ni me quiso matar. Vine acá para decir la verdad y sacarme un peso de encima”, remarcó.
De todas formas, en su alegato la fiscal mencionó que C. R. K. “es víctima y se encuentra entrampada en el ciclo de la violencia”, tras lo cual solicitó una pena de 15 años de prisión por homicidio en grado de tentativa agravado por el vínculo y por mediar violencia de género, condena que impuso el Tribunal.
Así, la nueva versión de la mujer no logró torcer el destino de Sanfilippo, quien se halla detenido desde el 11 de febrero de 2019. Tras la lectura de la sentencia, volvió a la Unidad Penal VIII de Cerro Azul.
Si bien en la víspera el imputado se abstuvo de declarar, en la instrucción negó la acusación y aseguró que el día del hecho discutió con C. R. K. y se quiso ir del departamento, en el barrio Yerbal Viejo de Oberá, instancia en que la mujer le dijo que si no era de ella no sería de nadie y empezó a gritar y a tirar cosas. Una vecina llamó a la Policía y lo detuvieron.
Nueva versión
En la requisitoria de elevación a juicio se dejó asentado que la mujer denunció que discutieron y en un momento dado el hombre la tomó del cuello y trató de apuñalarla en el estómago, pero falló e hincó el cuchillo en la puerta del baño.
Ayer, en cambio, C. R. K. expresó otra cosa: “Voy a contar cómo pasaron realmente las cosas. Ese día descubrí que me engañaba con dos mujeres y que no estaba separado de su esposa, como me hizo creer por años. Enloquecí, perdí el control y me llené de odio. Hice un escándalo porque me mintió. Me quería vengar. Tiré, rompí cosas. Le quería meter preso por lo que me hizo”.
Y agregó: “Vino el Comando, rompieron la puerta. Yo le dije a la Policía que él me quería matar. Pero es una buena persona y jamás me quiso matar. Él casi no hablaba y siempre trataba de calmarme. Él me calmaba a mí. Nunca me levantó la mano. Pero ese día yo me quise vengar. Dije que me quería matar porque estaba llena de odio”.
Insistió en la inocencia de Sanfilippo y mencionó que sus hijos lo querían mucho.
Incluso, indicó que al otro día se dirigió a la Seccional Cuarta para “levantar la denuncia porque me di cuenta que hice mal, pero me dijeron que no se podía porque me tenían que meter presa a mí”.
Es más, contó que al otro día le llevó comida y ropa al acusado en su lugar de detención.
“A la psicóloga tampoco me animé a contarle la verdad. Sí le dije que no me pegaba, pero no me creyeron. Por eso vine acá para decir la verdad y sacarme un peso de encima”, remarcó.
Mencionó que la puerta del baño estaba rota desde hacía 15 años por acción de su ex esposo: “Mi ex sí era violento y me golpeaba, pero jamás estuvo preso más de una semana. Por eso pensé que Ale (por Sanfilippo) también iba a estar preso una semana”.
Los testigos
La docente Miriam Bidá (45), vecina de C. R. K., declaró que era habitual que se escuchen gritos desde el departamento de la víctima.
“Las discusiones eran habituales, pero ese día una vecina llamó al Comando (…) Lo que sabía era que él tenía el cuchillo para que la señora no se lastime”, indicó.
“Mi hija vio que C. R. K. tenía el cuchillo. Ya le conocíamos que actuaba de manera explosiva. Una vez el señor salió sin camisa y estaba todo arañado. Lo mismo que el ex marido”, agregó.
Por su parte, Agustina Barros (29) contó que solía escuchar “muchos ruidos y gritos. Siempre pasaba lo mismo. Ese día la señora pedía auxilio. Me asusté y llamé al Comando porque no sabía qué estaba pasando”.
Maximiliano Gómez (23), oficial de Policía que acudió al llamado de los vecinos, precisó que golpearon la puerta y una voz masculina les dijo que estaba todo bien, ante lo cual los uniformados solicitaron que salga la mujer, lo que no ocurrió.
“Rompimos la puerta y vimos a la señora contra la pared, el hombre tenía un cuchillo en la mano y lo tiró cuando nos vio”, indicó.
En ese punto, Luciano Luna, defensor del imputado, le hizo notar al policía que en sede judicial declaró que el agresor le tapaba la boca a la víctima y que el cuchillo estaba en el piso. “Por ahí me expresé mal cuando di mi primera declaración”, respondió Gómez.
“La señora nos mostró la puerta del baño, manifestó que la estaba agrediendo y se encerró en el baño. Según ella no era la primera vez”, agregó.
Acusación fiscal
En su alegato, la fiscal Estela Salguero opinó que C. R. K. cambió de versión para tratar de revertir la situación de Sanfilippo, lo que suele suceder en hechos de violencia de género.
En tanto, citó que el informe psicológico del imputado indica que tiene una tendencia a la simulación, fabulación y a la mitomanía.
“Ese día dio rienda suelta a su agresividad. No me quedan dudas de que ese día Sanfilippo trató de matar a la señora C. R. K., lo que no logró por la oportuna intervención de las autoridades policiales y la manera en que se defendió la víctima. La señora tenía hematomas en los brazos y en el cuello. Esto desvirtúa totalmente su versión defensiva. Ni siquiera la versión cambiada de C. R. K. puede cambiar la situación”, expresó.
Indicó que la testigo Bidá declaró que siempre se escuchaban gritos y que ese día la pareja estaba sola en la casa cuando se escucharon los pedidos de auxilio.
“Esto indica que la nueva versión de la señora C. R. K. no fue corroborada. La desvirtúa el informe médico y el hallazgo del cuchillo en la sala. El cambio en su declaración no pudo ser sostenido con otros elementos de prueba”, puntualizó Salguero.
La defensa
A su turno, el defensor Luciano Luna calificó como “viciado” el testimonio de C. R. K. y pidió la absolución de su cliente por el beneficio de la duda.
“No es creíble. De ninguna prueba de cargo se desprende que mi cliente haya tenido la intención de querer matar a su novia”, dijo.
Indicó que el día del hecho la víctima se enteró de que su cliente todavía estaba en pareja con su esposa y que además tenía otra relación.
“Ese fue el detonante. Ella misma reconoció que le cuesta frenar sus impulsos. Ese día estalló y lo único que quiso fue vengarse y lo dijo aquí. Y sabía cómo hacerlo. Llaveó a mi cliente y empezó a gritar. Estaba acostumbrada a este tipo de conductas y explotaba por cualquier cosa, y así lo hacía con su ex marido. Era celosa, posesiva e impulsiva”, remarcó.
Luna también cuestionó el testimonio del oficial Gómez, que ayer declaró que al ingresar al departamento vio que los implicados forcejeaban, pero “en la instrucción indicó que encontró a Sanfilippo tapándole la boca a la mujer para que no grite más y que el cuchillo estaba a medio metro, en el piso. Hoy dijo que tenía el cuchillo en la mano, que lo vio y ahí tiró, y eso es mentira. Ese cambio no es una aclaración, es una rectificación de su declaración”.
Además cuestionó la falta de pericias técnicas, como el inexistente cotejo del cuchillo con la marca en la puerta del baño.
“Muchas mujeres saben que ante hechos de violencia cuentan con el auxilio del Estado, lo que está muy bien, pero la señora C. R. K. abusó de este derecho y cometió una injusticia”, opinó.
Finalmente, el Tribunal avaló la visión de la fiscal y condenó a Sanfilippo. El cuerpo fue presidido por José Pablo Rivero, secundado por Francisco Aguirre y Jorge Villalba.
Visitas en la cárcel
“Desde el primer momento le llevé ropa y comida a la Seccional Cuarta, pero no me querían recibir las cosas, por eso mi hija le tenía que dejar la comida. Eso me llenó de culpa. Después también iba a Cerro Azul”, precisó C. R. K. ayer.
Durante tres meses pudo visitar a Sanfilippo en la cárcel y no se registró ningún incidente, hasta que solicitaron el beneficio de las visitas íntimas y fue recién entonces que las autoridades carcelarias fueron alertadas sobre la carátula del caso, por lo que interrumpieron el contacto.
Diferente fue el caso de Adriana Rodríguez (34), quien sigue casada con Sanfilippo, aunque no lo visita. De todas formas, ayer reconoció: “Nunca sufrí maltrato, nunca me levantó la voz. Para mí es una acusación que no tiene nada que ver con el hombre que conozco desde hace años”.