Testigos complican a Daniel Salvayot, quien afronta la pena de prisión perpetua. El debate está previsto para el 11 y 12 de agosto. Una vecina, el testimonio clave.

La vida de Claudia Dino (27) estuvo signada por el sufrimiento y la violencia. Desde muy pequeña aprendió a tarefear y así se ganaba el sustento para mantener a sus cuatro hijos. No tuvo suerte en las relaciones de pareja, ya que el padre de los chicos siempre la maltrató, aunque en un momento dijo basta y cortó el vínculo.

Pero lo peor llegaría después, de la mano de otro concubino, cuando la noche del 15 de septiembre del 2018, Daniel Omar Salvayot -quien entonces tenía 18 años- la asesinó de una puñalada en el pecho frente a sus hijos y varios testigos.

Luego del hecho, que se registró en un humilde caserío de la localidad de San Martín de Tours, a 15 kilómetros del centro de Oberá, el implicado escapó de la escena y se refugió en casa de parientes, pero la Policía no tardó en detenerlo.

Desde un primer momento lo complicó el relato de los testigos y el aporte de vecinos y conocidos de la víctima que certificaron los antecedentes de violencia.

“Solamente mi teléfono alumbraba algo, pero pude ver cuando le clavó el cuchillo en la panza a mi amiga, por lo que salté encima para frenarlo, pero no pude. Empezó a tirar cuchillazos para todos lados y hasta esquivé un par. En eso los chicos salieron, comenzaron a gritarle que deje a su mamá, que no la mate, se sumó mi marido a los golpes y tampoco pudo frenarlo. Estaba enceguecido”, detalló María Tachile, vecina de Dino.

La contundencia del testimonio no hizo más que sentar las bases de la acusación contra Salvayot, quien el 11 y 12 de agosto será juzgado por el Tribunal Penal Uno de Oberá.

Está acusado de homicidio doblemente agravado por la relación de pareja y por violencia de género, delito que contempla la pena de prisión perpetua.

Tragedia anunciada

Al momento del hecho, los hijos de la víctima tenían 10, 7, 3 y 2 años y difícilmente algún día podrán superar la traumática experiencia ver morir a su mamá. La mujer se desangró y llegó sin vida al Hospital Samic de Oberá.

Si bien la familia materna quiso hacerse cargo de los menores, actualmente están a cargo de su padre biológico.

Con relación al hecho, quienes conocían los vaivenes de la relación con Salvayot hablaron de una tragedia anunciada, ya que el vínculo se habría vuelto conflictivo, cargado de reclamos que daban paso a frecuentes peleas.

“Se destrataban tanto al punto de que ella habría llegado a confesar varias veces a una amiga sus intenciones de separarse, pero después de cada pelea terminaban juntos”, señalaron allegados.

De todas formas no hubo denuncias policiales por violencia doméstica, precisaron fuentes del caso.

En tanto, desde el entorno del acusado aseguraron que Dino “lo humillaba, lo golpeaba frente a sus amigos”, mientras que allegados a ella sostienen que “en los momentos de furia el hombre (por Salvayot) amenazaba que iba a matarla”.

Lo entregaron sus padres

En ese contexto ocurrió el crimen, interpretado por los vecinos como una emboscada.

Salvayot habría esperado detrás de un baño tipo letrina a que Claudia Dino regresara de la iglesia, la hirió de muerte y después escapó.

Su periplo a modo de prófugo duró alrededor de siete horas. Estando en la clandestinidad llamó a su mamá -que estaba en el paraje Isolina, de San Ignacio, junto a su padre- para pedirle que regrese.

Mientras tanto, deambuló por casas de parientes, en la zona del Kilómetro 20 -más conocido como El Mástil-, contando que un rato antes había peleado con un tal Negrón.

Cuando sus padres llegaron a la casa se enteraron de la intensa búsqueda policial y no mucho tiempo después llegó el acusado, con la misma versión. Supuestamente se enteró en ese momento de que su concubina estaba muerta e, incluso, ante eso, habría manifestado deseos de matarse.

Después de permanecer alrededor de una hora y media con su familia, sus progenitores decidieron entregarlo a la Policía.

Más allá de los testimonios de allegados, aparece como prueba fundamental en el expediente el cuchillo que habría utilizado para cometer el crimen.

Círculo de violencia

Pocos días después del femicidio, el entorno cercano de Claudia reveló datos sobre su pasado hasta ese momento desconocido. La calificaron de buena madre, tarefera incansable y muchas veces changarín.

En paralelo a eso dieron cuenta de una personalidad hostil, interpretada como una especie de coraza como consecuencia de muchos años de maltrato físico y psicológico. Es que si bien su relación con Salvayot era complicada, la anterior lo habría sido aún más.

Sus familiares dijeron que la relación anterior no habría sido nada fácil, que sufrió junto al hombre con quien tuvo a sus hijos.

“La judeaba mucho. Le cortaba el cuerpo con cuchillo, la tenía bajo amenaza constante y sufrió siempre. En medio estaban sus chicos, padeciendo igual que ella un riesgo permanente”, coincidieron.

En ese entonces, Claudia vivía en una chacra de Colonia Alberdi y en un breve paso por el hospital de Oberá pidió ayuda a una conocida que le dio asilo en su casa.

Estuvo siete meses en la vivienda prestada. En ese ámbito se sintió segura y contenida porque estaba rodeada de mujeres que se vigilan unas a otras y hasta encontró las amistades que nunca tuvo.

En base al propio esfuerzo pudo acomodarse en otro sector del mismo barrio. Decidió no salir de ese círculo casi familiar que se fortalecía cada sábado en la cancha del complejo municipal, donde jugaba al fútbol. Precisamente, en ese ámbito conoció a quien sería su asesino.