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El martes, otras tres chicas de entre 17 y 20 años habían denunciado a Luis D. (41). La presentación la hizo una joven de 26 años que se atendió el 17 de mayo. “Me empezó a masajear en lugares donde no tenía que masajear ni tocar”, relató

“Yo le conté a muchas personas la situación que me había pasado con el ginecólogo, porque me parecía que no estaba bien. En eso, una compañera me manda las denuncias que él tenía anteriormente y ahí confirmé que todo lo que me había hecho no estaba bien”.

La frase corresponde a una joven de 26 años que ayer a la mañana se convirtió en la cuarta mujer en una misma semana que denunció distintos episodios de abuso sexual padecidos durante una consulta que tuvo, semanas atrás, con el ginecólogo Luis D. (41) dentro de un consultorio del hospital de área de Puerto Rico, profesional que ya en octubre pasado permaneció detenido dos semanas por otra acusación similar cuando aún trabajaba en Posadas.

La última presentación fue realizada ayer ante la Fiscalía de Instrucción Uno de Puerto Rico y fue recepcionada por el fiscal Jorge Fernández, mismo funcionario que el martes último recibió y escuchó los relatos de las otras tres muchachas.

Según lo manifestado por la joven, el mal momento que le tocó vivir con el acusado sucedió durante la siesta del lunes 17 de mayo.

La denunciante explicó que hace aproximadamente tres años se mudó a Posadas por cuestiones laborales y ante la imposibilidad de conseguir turno en el hospital Madariaga, decidió atenderse en el centro asistencial de su localidad de nacimiento ya que allí los estudios ginecológicos son gratuitos.

En primera instancia, la muchacha -cuya identidad se preserva- comentó que ese lunes llegó a Puerto Rico ya que tenía turno a las 13 con el ginecólogo. Comentó, además, que era la primera vez que pasaba por estudios de ese tipo y que su idea era realizar un chequeo general.

Sobre sus primeros instantes dentro del consultorio, la joven recordó: “Me siento, pongo los pies en los estribos, ahí él me empieza a tocar, me pone algo que me duele”. Después, confió que ante dicha incomodidad “yo le digo que me duele y ahí me dice que no me va poder hacer el PAP, me empieza a revisar otra vez y me empieza a doler un montón. Era insoportable el dolor, yo le decía que pare por favor, que me dolía, pero él seguía, creo que estuvo como 15 minutos”.

Por otro lado, la entrevistada sostuvo que el profesional “primero hizo chistes burlones, de que yo no tenía relaciones sexuales hace cuatro años porque soy cristiana y me preguntaba si se podía. Después me pidió que me sacara toda la ropa y me dijo que la parte de arriba no, pero abajo si”.

También comentó que en un primer momento una enfermera del centro asistencial la había llamado para hablar con ella y que el galeno insistió para que la trabajadora no esté presente durante la consulta.

“Me dice que no grite”
Al ser consultada por el momento donde más miedo tenía, la joven recordó que cuando sintió un dolor muy fuerte en sus partes íntimas comenzó a gritar fuertemente ya que ese malestar iba en aumento.

“Me seguía doliendo y me dice que no grite, que le diga a él si me estaba doliendo. Ahí me empezó a masajear en lugares donde no tenía que masajear ni tocar, yo cierro los ojos porque me dolía mucho”, agregó.

Incluso, señaló que en un momento determinado el médico se le acercó tanto que hasta le apoyó su miembro.

“Después de eso vuelve a su posición y sigue y haciendo más fuerza, más presión y yo me largo a llorar. Yo le decía que pare, que no podía más. Él sigue y ahí yo pego un llanto muy fuerte y ahí me dice ‘sentate no más’. Luego me dice que me vista y me pasa un pañuelo para que me seque las lágrimas, pero yo no me quise secar las lágrimas y me empiezo a cambiar”, relató.

A su vez, contó que mientras se vestía el profesional le recetó unas pastillas y le comentó que después de la consulta no iba a querer volver más a ser atendida por él.

Una vez fuera del nosocomio, la muchacha se dirigió al lugar donde debía quedarse y lo primero que hizo fue llamar a su mamá. En un ataque de llantos, la chica narró lo que había vivido minutos antes.

“No podía caminar, me dolía muchísimo. No pude siquiera bañarme del dolor, llegué al lugar donde me estaba quedando y le llamé a mi mamá llorando diciéndole lo que me había pasado y me dijo que eso no era normal, que no estaba bien. Pregunté a un montón de personas, algunos me decían que quizás era muy bruto, o cosas así. Pero yo sabía que no estaba bien porque literalmente me sentía abusada, me sentía violada. Estaba muy mal, me quedé en cama, me costaba mucho caminar y me trabajó mucho psicológicamente, estuve tres días pensando, soñando con eso, fue muy feo y muy fuerte para mí”, remarcó la joven.

Por último, confió que en un principio no se animaba a realizar la denuncia porque hasta ese momento creía que quizás podría estar exagerando. Pero días después, una compañera, le comentó sobre los antecedentes que tenía el profesional en Posadas y que luego se agravaron aún más con las denuncias que sumó el martes por otras tres muchachas de la misma localidad.