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Getulio Rodríguez fue sentenciado por abusar de una niña de 8 años. Aprovechaba cuando la madre se iba a tarefear. Las pericias ginecológicas y la Cámara Gesell, claves.

El domingo 21 de octubre de 2018 fue Día de la Madre, una fecha que debería ser recordada con alegría; una oportunidad de reencuentro familiar y festejo. Pero no fue así para la progenitora de una niña de 8 años, que ese día se animó a romper el silencio y relató el infierno que padecía a manos del concubino de su abuela materna.
A casi tres años de aquel suceso, ayer el Tribunal Penal Uno de la localidad de Oberá decidió condenar a Getulio Rodríguez (61) a la pena de 16 años de cárcel como autor penalmente responsable de los delitos de abuso sexual simple y abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y convivencia, reiterados y varios hechos en concurso real.
El acusado insistió con su inocencia hasta último momento. Incluso, luego del veredicto se negó a firmar el acta correspondiente, lo que no invalida el procedimiento.
Como contrapartida, la fiscal Estela Salguero enumeró las pruebas en contra del imputado y subrayó que “no hay ningún tipo de dudas de que Rodríguez es el autor del hecho”.
La denuncia fue radicada por la madre de la víctima ante la Comisaría de la Mujer de San Vicente.
Luego, la pequeña ratificó la acusación en audiencia de Cámara Gesell, donde mediante técnicas específicas para no ser revictimizada, brindó precisos detalles del accionar y hasta de la anatomía del acusado.
Según se probó en el debate oral, el imputado aprovechaba para someter a la niña en circunstancias que su madre se ausentaba durante varios días para trabajar en la cosecha de yerba mate.
En dichos períodos, la niña quedaba al cuidado de la abuela materna y de su concubino Rodríguez, quienes residían en San Vicente.
“Yo me iba a tarefear para mantener a mi hija, sin imaginar que mientras tanto el degenerado le hacía eso”, lamentó la progenitora.   

Abuso y amenazas
Lejos de proteger a la criatura, según se determinó en la instrucción del expediente y en el debate desarrollado en la víspera, Rodríguez aprovechó la ausencia de la madre para someterla. Y no una vez, sino en innumerables ocasiones.
Todos los hechos se registraron en la misma vivienda. Primero fueron manoseos, pero luego la accedió de manera carnal. Las pericias ginecológicas confirmaron que la nena presentaba signos de abuso de larga data.
Además, el imputado amenazaba a la víctima para que no cuente lo que le hacía. Imposible imaginar la pesadilla en que estaba sumida la inocente de tan sólo 8 años.
Todo comenzó cuando la madre de la menor se ausentaba por varios días para trabajar en la tarefa y la dejaba en la casa de la abuela materna.
En tanto, si bien Rodríguez tenía su propia vivienda en la localidad de Salto Encantado, alternada su residencia en San Vicente, ya que tenía una relación de pareja con la abuela de la niña.
Por ello, desde un primer momento la víctima lo mencionó como “el novio de la abuela”, lo que inmediatamente lo puso en el centro de la acusación y lo complicó severamente.
Incluso, días antes de que cuente lo que el implicado le hacía, su madre comenzó a notar cambios físicos y en el carácter de la pequeña.
Pero la oscura verdad salió a la luz justo el Día de la Madre de 2018, cuando se reunieron con otros familiares y la niña comenzó a contar sus padecimientos, tal vez porque estaba rodeada de personas en las que confiaba y se sintió segura.

El rol de la abuela
Envuelta en llanto, la criatura fue contando cosas que aplastaron la celebración prevista y generaron un quiebre en la relación con la abuela materna, quien habría encubierto a su concubino.
Según se estableció, en una ocasión la abuela halló infraganti al acusado pero no lo denunció.
Al contrario, le recriminó a su nieta y hasta la dejó en penitencia de rodillas mirando hacia la pared, tal como describió la propia víctima.
En esa línea, la intimidó para que no cuente nada de lo sucedido porque le iba a pegar.
Una vez que rompió el silencio, la niña fue contando de a poco su calvario, al tiempo que su madre fue ampliando la denuncia original.
Ya en audiencia de Cámara Gesell, considerada una herramienta clave en delitos contra la integridad sexual de menores de edad, la niña ratificó la acusación y brindó detalles que no hicieron más que complicar a Rodríguez.
En el debate de la víspera la única testigo fue la madre de la víctima, quien relató lo que su hija le contó.
En su alegato, la fiscal Salguero subrayó que al tratarse de un delito que se cometió en la intimidad no existen testigos presenciales, por lo que se debe ponderar el testimonio de la menor.  
“No hay mayores pruebas de que lo que comenta la víctima, y la abuela admitió que convivía con el acusado, lo que agrava la imputación. No hay ningún tipo de dudas de que Rodríguez es el autor del hecho”, remarcó la representante del Ministerio Público Fiscal.
De esa manera, Salguero solicitó una pena de 17 años de prisión, apenas un año más que lo que finalmente impuso el Tribunal presidido por el magistrado Francisco Aguirre, quien fue secundado por sus pares José Pablo Rivero y Jorge Villalba.
La defensa de Rodríguez, en tanto, estuvo a cargo de Pilar Congost, fiscal en lo Civil, Comercial, Laboral y de Familia de San Vicente, quien ofició de defensora oficial subrogante. Margarita Linder estuvo a cargo del ministerio pupilar en representación de la víctima.

“Que me maten acá nomás”

Tanto en la instrucción como en el debate oral, Getulio Rodríguez siempre insistió con su inocencia. Asimismo, ayer se dejó constancia de que el hombre gozaba de buen concepto entre sus vecinos y no posee antecedentes condenatorios.
Luego de escuchar el veredicto el implicado no ocultó su malestar y se negó a firmar el acta con la sentencia.
“No voy a firmar”, repetía ante el secretario Benjamín Armoa.
“Me acusan de algo que no hice. Soy una persona grande, cómo voy a hacer eso. Que me maten acá nomás”, dijo con vehemencia, aunque en ningún momento trató de resistirse a que le coloquen las esposas.
Minutos más tarde fue escoltado por personal del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) hasta el vehículo a Puerto Rico, donde ya se hallaba alojado y ahora empezará a cumplir su condena.
En su alegato, la defensa de Rodríguez consideró que “hubo marcadas contradicciones en la declaración de la madre” de la víctima, aunque no logró atenuar la pena. La lectura de los fundamentos de la sentencia está prevista para el próximo 4 de agosto, a las 12.