Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente de la Nación, atribuyó la histórica bajante del río Paraná y la consecuente emergencia hídrica en toda la región a una conjunción de factores entre los que citó factores ambientales, el cambio climático, la deforestación en toda la cuenca, dificultades en la regulación del agua por parte de las represas, entre otros.
“Sobre la bajante en general hay que destacar que estamos frente a un evento que tiene un origen en el cambio climático, y que ha sido acentuado por una cantidad de factores ambientales muy tremendos como la deforestación en toda la cuenca del Paraná, la dificultad para regular el cauce por parte de las represas, el encogimiento de los humedales que hemos visto, lamentablemente a lo largo los últimos 20, 30 años. Todo esto es una afectación adicional a un problema que tiene un origen climático”, exclamó el viceministro de Ambiente de la Nación.
La situación de las aguas del Paraná se encuentra en su pico más bajo desde el año 1944 y Misiones es una de las provincias que más se puede ver afectada ante esta situación hídrica, por lo que la gran responsabilidad como misioneros y como ciudadanos es cuidar el uso racional del agua, tal cual lo mencionaron en los últimos días funcionarios provinciales.
La semana pasada, en una reunión convocada por el jefe de Gabinete de la Nación Santiago Cafiero, en la cual tuvieron participación algunos ministros, entre ellos el de Ambiente, se repasaron cuáles son los riesgos más inminentes de la situación de emergencia en cuanto a la bajante del Río Paraná. En aquel encuentro, se definió además la puesta en marcha de diferentes procedimientos estipulados en el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR), para contener las consecuencias, como así también un Fondo de Emergencia Hídrica de mil millones, para la asistencia de las provincias y zonas afectadas, entre ellas, Misiones.
En función de ello, algunas de las recomendaciones que fomentó el Sinagir y que es de suma responsabilidad cumplirlas son: ahorrar agua en el consumo diario, mantener constantes medidas de higiene: no acumular basura y controlar los insectos y cualquier tipo de plagas, no realizar, bajo ninguna circunstancia, quema de basura, pastizales o cualquier corteza vegetal ya que de este modo se reducen las posibilidades de provocar incendios forestales, almacenar agua de lluvia y utilizarla para regar, entre otras.
Para ayudar a aquellas 7 provincias que se ven muy afectadas y para compensar la sequía se definió un fondo de $1000 millones de pesos. “La emergencia lo que pretende es aligerar y acelerar todas las decisiones que permitan garantizar provisión de agua potable, permanencia de la navegabilidad a largo de los ríos, es decir, todos los instrumentos que el Estado debe disponer para que, dentro de una situación de catástrofe climática, el panorama sea lo más cercano a lo normal posible y, principalmente, garantizar los servicios esenciales para la población. Ahí va estar el foco de esa emergencia”, comentó el viceministro de Ambiente en esa oportunidad.
A su vez, destacó la aparición de problemas en las ciudades que están sobre algunos de afluentes del río Paraná, pero por el momento la situación está bajo control. Sostuvo que se realizarán todas las inversiones necesarias y todas las decisiones que haya que tomar para garantizar que aún en aquellos sitios en los cuales el acceso al río para tomar directamente el agua del río se vuelva dificultoso, haya provisión de agua potable, no solamente en la zona directamente afectada, sino que también en la ciudad de Buenos Aires porque la sequía extrema puede inclusive afectar al río de la Plata.
Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente de la Nación, atribuyó la histórica bajante del río Paraná y la consecuente emergencia hídrica en toda la región a una conjunción de factores entre los que citó factores ambientales, el cambio climático, la deforestación en toda la cuenca, dificultades en la regulación del agua por parte de las represas, entre otros.
“Sobre la bajante en general hay que destacar que estamos frente a un evento que tiene un origen en el cambio climático, y que ha sido acentuado por una cantidad de factores ambientales muy tremendos como la deforestación en toda la cuenca del Paraná, la dificultad para regular el cauce por parte de las represas, el encogimiento de los humedales que hemos visto, lamentablemente a lo largo los últimos 20, 30 años. Todo esto es una afectación adicional a un problema que tiene un origen climático”, exclamó el viceministro de Ambiente de la Nación.
La situación de las aguas del Paraná se encuentra en su pico más bajo desde el año 1944 y Misiones es una de las provincias que más se puede ver afectada ante esta situación hídrica, por lo que la gran responsabilidad como misioneros y como ciudadanos es cuidar el uso racional del agua, tal cual lo mencionaron en los últimos días funcionarios provinciales.
La semana pasada, en una reunión convocada por el jefe de Gabinete de la Nación Santiago Cafiero, en la cual tuvieron participación algunos ministros, entre ellos el de Ambiente, se repasaron cuáles son los riesgos más inminentes de la situación de emergencia en cuanto a la bajante del Río Paraná. En aquel encuentro, se definió además la puesta en marcha de diferentes procedimientos estipulados en el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR), para contener las consecuencias, como así también un Fondo de Emergencia Hídrica de mil millones, para la asistencia de las provincias y zonas afectadas, entre ellas, Misiones.
En función de ello, algunas de las recomendaciones que fomentó el Sinagir y que es de suma responsabilidad cumplirlas son: ahorrar agua en el consumo diario, mantener constantes medidas de higiene: no acumular basura y controlar los insectos y cualquier tipo de plagas, no realizar, bajo ninguna circunstancia, quema de basura, pastizales o cualquier corteza vegetal ya que de este modo se reducen las posibilidades de provocar incendios forestales, almacenar agua de lluvia y utilizarla para regar, entre otras.
Para ayudar a aquellas 7 provincias que se ven muy afectadas y para compensar la sequía se definió un fondo de $1000 millones de pesos. “La emergencia lo que pretende es aligerar y acelerar todas las decisiones que permitan garantizar provisión de agua potable, permanencia de la navegabilidad a largo de los ríos, es decir, todos los instrumentos que el Estado debe disponer para que, dentro de una situación de catástrofe climática, el panorama sea lo más cercano a lo normal posible y, principalmente, garantizar los servicios esenciales para la población. Ahí va estar el foco de esa emergencia”, comentó el viceministro de Ambiente en esa oportunidad.
A su vez, destacó la aparición de problemas en las ciudades que están sobre algunos de afluentes del río Paraná, pero por el momento la situación está bajo control. Sostuvo que se realizarán todas las inversiones necesarias y todas las decisiones que haya que tomar para garantizar que aún en aquellos sitios en los cuales el acceso al río para tomar directamente el agua del río se vuelva dificultoso, haya provisión de agua potable, no solamente en la zona directamente afectada, sino que también en la ciudad de Buenos Aires porque la sequía extrema puede inclusive afectar al río de la Plata.