Al cumplirse dos meses del crimen, Rosalía Ramírez (37) destacó la investigación. El dolor que perdura y la cruz que carga en sus hombros. El caso tiene seis detenidos en total.
Hace exactamente dos meses, una ráfaga de al menos 20 disparos sacudía el amanecer en el barrio A3-2 de Posadas y se llevaba la vida de Cristian “Casimiro” Sotelo (40), además de dejar gravemente herido a un sobrino suyo que sobrevivió prácticamente de milagro.
Por el hecho hay seis detenidos, cuatro de ellos severamente comprometidos y en vías de ser procesados con prisión preventiva por el Juzgado de Instrucción Seis, a cargo del magistrado Ricardo Balor.
De esos cuatro implicados, dos fueron atrapados en las últimos días mediante una pesquisa llevada adelante por el personal de la Dirección Homicidios de la Policía de Misiones y con ellos los investigadores creen haber cerrado el círculo de sospechosos que esa madrugada llevaron adelante la feroz balacera que regó de pólvora y sangre una vereda de la manzana 19 del barrio A3-2.
Alivio y dolor
Para Rosalía Ramírez (37), viuda de Sotelo, la captura de los últimos sospechosos es un alivio porque se había jurado luchar hasta las últimas instancias para que todos los involucrados sean detenidos, pero también sabe que nada le devolverá la vida de su esposo y tendrá que aprender a lidiar con ello.
“Sinceramente tengo que agradecer a la gente de Homicidios, porque gracias a como ellos trabajaron se pudo detener a Pitoka. Siento que se está haciendo justicia, pero mañana (por hoy) se van a cumplir dos meses de la tragedia de mi marido y, como yo siempre digo, esto recién empieza. Yo ahora cargo con esta cruz que es la de hacer justicia por mi marido”, señaló la mujer.
Pitoka es Juan Carlos R. (27), atrapado el lunes en el barrio Villa Sarita y uno de los principales sindicados por el hecho desde el comienzo de la investigación. Los demás involucrados que están complicados en el caso son Elio “El Garrafero” C. (28), Germán “Belco” I. (25) y Diego “Cafú” T., al tiempo que hay otros dos sujetos detenidos pero el rol de ellos habría sido menor.
Pitoka fue el último sospechoso en ser detenido.
En este contexto, Ramírez señaló que “yo quiero que se esclarezca el caso. Todos tienen algo que ver, pero yo quiero saber quién de todos ellos fue el que le disparó a mi marido. Yo sé que no me van a dejar entrar, pero a veces hasta tengo ganas de ir a la comisaría y decirles por qué no esperaron al día siguiente para solucionar lo que tenían que solucionar con el que tenían bronca. Lo que le pasó a mi marido le podía pasar a cualquiera, pero él justo quedó en el medio. Había muchos chicos ese día en la calle, mi cuñada se salvó de milagro. Se llevaron a un inocente y nosotros quedamos destrozados. Hasta ahora no supero esta situación”.
Según marca la principal hipótesis, esa madrugada en el barrio hubo gran fiesta clandestina organizada por una parte de la patota detenida hasta que en determinado momento se produjo un inconveniente con otro grupo que pretendió ingresar al evento. Allí se habrían intercambiado golpes y hasta botellazos, lo que derivó en la venganza que consistió en la balacera que dejó sin vida a Sotelo.
Al respecto, la mujer recuerda que esa noche su marido se encontraba celebrando el cumpleaños de uno de sus sobrinos a pocas cuadras del otro evento, pero afirma que Sotelo nunca se movió de allí ni pretendió ingresar a la otra fiesta. Es más, indicó que el hombre ya estaba volviendo a su casa cuando de repente arribaron las camionetas con varios hombres armados que abrieron fuego.
“Lo que yo tengo entendido es que hubo una riña antes de lo sucedido, como a las 4.30 o 5 de la mañana. Pero mi marido no estuvo en la pelea, creo que fueron algunos sobrinos de él. Yo a las 6 lo fui a buscar y él estaba en la casa de su hermano, en el cumpleaños de un sobrino. Él ya se estaba yendo y quedó en el medio. Él venía atrás mío y yo me fui tranquila, pero a los 10 minutos empezó a sonar mi teléfono y vinieron a casa a avisarme que le habían metido un tiro. Nunca pensé que iba a ir a encontrar a mi marido muerto en la camilla. Mi mamá siempre decía que por muy poco yo no estuve ahí también, pero si pasaba eso yo me iba a tirar arriba de mi marido. Los dos nos defendíamos mutuamente”, recordó.
El estado del Ford Ka grafica la magnitud de lo que fue balacera registrada el 13 de junio en el A3-2.
Doble pesar
Justamente, el dolor para Ramírez es aún más grande hace una semana, debido a la muerte de su madre, otro de sus sostenes en la vida.
“Fue una tragedia atrás de la otra. Mi marido era todo para nosotros y mi mamá también. Por eso todo el peso ahora recae sobre mí, pero soy fuerte y sé que voy a salir adelante. Aunque a veces me quiebro, yo no quiero llorar ni mostrarme débil porque ahí es cuando te pasan por arriba”, aseguró.
Ramírez es madre de dos niños de 10 y 5 años, pero ahora también quedó al cuidado de una adolescente de 14 que su madre había criado desde niña.
“La cosa está complicada, pero la vamos sobrellevando. Nosotros nos dedicábamos a la producción y venta de ladrillos premoldeados, pero después de lo sucedido todo paró. Los amigos de él me hacen rifas y el sábado voy a hacer pollo. La voy sobrellavando. Pero me voy a quedar con el recuerdo de qué él siempre fue atento a todos nosotros y estaba pendiente de nosotros. Y voy a seguir con esta cruz de conseguir justicia hasta el final”, culminó.