Aunque muy probablemente esta petición a la Cámara Alta no prosperará ante la falta de evidencias, el gesto de solicitar al legislativo la destitución de un miembro judicial es muy significativo y ha levantado más polémicas sobre el presidente brasileño. El juez Alexandre de Moraes está a cargo de la investigación sobre divulgación de noticias falsas y ataques a la democracia por parte de la ultraderecha brasileña.
El presidente brasileño Jair Bolsonaro y el poder judicial siguen tensionando la cuerda de su problemática relación. El mandatario ultraderechista decidió este viernes elevar al Senado una petición de destitución contra el juez del Tribunal Supremo Alexandre Moraes, encargado de comandar varias investigaciones sobre el uso de noticias falsas en Internet por parte de círculos cercanos a Bolsonaro.
La Cámara Alta brasileña tiene la potestad de poder destituir a cargos judiciales si comenten faltas consideradas como graves, algo que no se cumple en esta ocasión. El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, desestimó de forma preliminar la petición ante la “falta de pruebas”, aunque analizará el caso más detenidamente. Esta acción tiene un acto más simbólico que efectivo, ya que hasta la llegada al poder de Bolsonaro era muy raro este tipo de encontronazos entre el Ejecutivo y el órgano judicial.
Moraes es el juez instructor que trata de investigar quien está al mando de una serie de grupos de ultraderecha que difunden comentarios de odio y noticias falsas por redes sociales. La principal línea de investigación al respecto va direccionada a cómo se financian estas cuentas y si Jair Bolsonaro está detrás del manejo de ellas. Muchos acusan a las noticias falsas difundidas por canales como Facebook de ser las responsables indirectas de la victoria del mandatario en las elecciones de 2018.
En su acusación contra Moraes, Bolsonaro aseguró que el magistrado está “parcializado” y que está realizando una investigación “inquisitorial” en la que en la que es “al mismo tiempo investigador, acusador y juez”.
Este intento de ‘impeachment’ al representante judicial ya había sido anunciado la semana pasada. Junto a Moraes, Bolsonaro intentó acusar también a Luis Roberto Barroso, miembro también del Tribunal Supremo y del Tribunal Superior Electoral (TSE).
Este último órgano, encargado de los recuentos electorales en los comicios, ha sido también fuertemente criticado por Bolsonaro. Desde 1996, Brasil acepta el voto electrónico como una forma válida de emitir la papeleta electoral, pero esto ha servido al líder ultraderechista para alimentar las voces de sospecha respecto a un supuesto fraude de cara a las elecciones de 2022.
Sin aportar ninguna prueba, Bolsonaro lleva semanas cargando contra el sistema y vaticinando que jugará en su contra en un supuesto enfrentamiento entre él y su principal rival político, el expresidente Luiz Inácio “Lula” da Silva.
Sus rivales creen que esto se debe ante el temor que suscitan las encuestas que lo ven por detrás de Lula en las elecciones, algo que supondría el regreso al poder del Partido de los Trabajadores.
Rechazo del Tribunal Supremo
La polémica ha hecho que el organismo reacciones ante lo que considera una falta grave del presidente brasileño. Por medio de un comunicado, la máxima estancia judicial del país aseguró que “el Estado Democrático de Derecho no tolera que un magistrado sea acusado por sus decisiones”.
En declaraciones recogidas por EFE de su comunicado, la institución señalo que “repudia el acto (…) de ofrecer una denuncia contra uno de sus integrantes por causa de decisiones en una investigación avalada por el plenario de la corte”.
La tensión entre la Corte Suprema y Bolsonaro se elevó especialmente desde el inicio de la pandemia, cuando este tribunal permitió a los estados federales tomar sus propias decisiones sobre si aplicar o no el confinamiento estricto en plena crisis sanitaria. Bolsonaro y su partido se mostraron totalmente reacciones a cerrar el país a pesar de ser uno de los epicentros globales de la enfermedad y estar al borde del colapso.
Las críticas al mandatario por su gestión sanitaria y por el autoritarismo con el que ha intentado dirigir Brasil en los últimos años ha hecho que su popularidad caiga en picado y que pueda peligrar su reelección el año que viene.
A pesar de todo, Bolsonaro sigue contando con un reducto bastante numeroso de seguidores que han sido llamados a una manifestación contra el órgano judicial el próximo 7 de septiembre en ciudades como Brasilia o Sao Paulo, justamente en el día que se celebra la independencia de Brasil.