Analía Fernández (49) era una profesional de la salud, que se desempeñaba tanto en el sector público como privado: había sido la encargada del asilo de ancianos del Hospital San Roque y tenía su propio centro médico.

El hallazgo se produjo en su vivienda de Avenida Libertad al 1100, donde un médico policial revisó el cuerpo y descartó signos de violencia, por lo cual presume que se trató de una autodeterminación. Una teoría abonada por la existencia de cámaras de seguridad en el lugar –tanto adentro como hacia afuera–, que no habrían registrado contactos con el exterior.

Un amigo de la doctora Fernández, que intentaba ubicarla desde el viernes, fue quien se movilizó en las últimas horas. Es que se habría apersonado en su domicilio a tocar el timbre y golpear la puerta insistentemente, sin éxito, por lo cual decidió consultar con otros allegados sobre el paradero de la médica.

En su derrotero, este amigo decidió hacerse presente alrededor de las 10 de la mañana del domingo en la casa del exmarido de Analía, donde trasladó la situación de incertidumbre a su hijo –de unos 15 años de edad– y, llave en mano, fueron hasta la casa de Libertad para constatar qué sucedía allí.

El cuerpo fue entregado a sus familiares después del mediodía. A falta de presunción de delito, no se ordenó autopsia.