La investigación administrativa determinó graves falencias en la seguridad interna. Para los pesquisas del caso, los evadidos están refugiados en Paraguay

El pasado miércoles se cumplió un mes de la masiva fuga de la comisaría de la localidad de San Martín de Tours y hasta el momento los cuatro evadidos continúan prófugos, a pesar de los recursos y personal que durante semanas se destinó a la búsqueda.

En paralelo a la causa penal se instruyó un sumario administrativo interno que determinó la existencia de serias irregularidades, como ser que el oficial a cargo y la agente encargada del control de la celda (la “llavera”) no poseían armas reglamentarias, situación que contradice el protocolo de la fuerza.

De todas formas, se estableció que no se trató de una falla de los efectivos, sino de la superioridad que no gestionó ni les suministró la correspondiente arma. Un acto negligente que puso en riesgo la integridad física de ambos funcionarios.

Asimismo, se estableció que en el ámbito de la Unidad Regional II existe un gran número de uniformados, algunos con hasta cinco años en funciones, que aún no recibieron sus respectivas armas reglamentarias.

“Hay efectivos que realizan adicionales en eventos públicos e instituciones, como también custodia de personas por hechos de violencia, a pesar de no tener su arma. Es una situación varias veces alertada a la superioridad porque los policías están indefensos ante la posibilidad de un enfrentamiento armado. No cuentan con una herramienta de trabajo fundamental para proteger su vida y la de terceros”, subrayó un vocero de la propia fuerza.

También cuestionó la designación de agentes desarmados en el control de celdas, muchas veces personal femenino que debe atender la demanda de detenidos masculinos. En el caso de San Martín, por ejemplo, la agente debía atender el calabozo con ocho presos.

Marcadas falencias
Con relación a la búsqueda de los evadidos, durante dos semanas efectivos uniformados y de civil de diferentes dependencias hacen base en Corpus y Santo Pipó siguiendo algunas pistas que derivaron en una decena de allanamientos en la zona, pero hasta el momento no hay rastros concretos de los prófugos.

“A esta altura, por los días que pasaron sin novedades, lo más probable es que ya hayan cruzado al Paraguay. Además tuvieron la ventaja de que en los primeros días le rastrillaje se centró en San Martín, hasta que surgió el dato del viaje a Corpus”, reconoció un investigador del caso.

En estos términos el vocero hizo referencia al aporte de un remisero obereño que declaró que el 16 de febrero a la noche trasladó a cuatro hombres desde San Martín hasta el Mirador de ruta provincial 6, en Colonia Alberdi.

Luego identificó al colombiano Deivy Julián Marín Montes (28), uno de los evadidos, al tiempo que precisó que una camioneta los esperó en el Mirador para trasladarlos hasta Corpus, tal como informó en exclusiva El Territorio.

El remisero precisó que los pasajeros tenían al menos un celular y dinero en efectivo con que le pagaron el viaje.

Al respecto, en el marco del expediente administrativo se recepcionó declararon a otros cuatro detenidos que optaron por no fugarse, quienes brindaron detalles que ratificaron las falencias en la requisa y control de la celda de la comisaría de San Martín.

Fuga planeada
Los cuatro evadidos están implicados en causas federales por infracción a la ley de estupefacientes: el colombiano Marín Montes, Roberto Carlos Biano (28), de la localidad de Guaraní; el paraguayo Leonardo Celio Ríos Benítez y Cristian Ariel Pereira de Ramos (21), de Leandro N. Alem.

En tanto, quienes optaron por no fugarse son Agustín P., Julio César F., José C. y Jorge S., varios de los cuales aportaron importante datos para determinar el grado de responsabilidad del oficial de guardia Aníbal S. y la agente Melani B., quien cumplía labores de llavera.

Según declararon algunos presos, la fuga habría sido planificada en función a las fallas de control del personal de guardia y las evidentes limitaciones edilicias de la comisaría, que ni siquiera cuenta con muro perimetral.

Así, tras forzar el pasador del portón del calabozo, los evadidos no tuvieron más que pasar por el precario tejido de alambre que divide la comisaría del playón deportivo municipal que está ubicado sobre ruta provincial 103. Luego caminaron cien metros y aguardaron el remís en la parada de colectivos ubicada frente a la ex municipalidad.

En su declaración, uno de los presos que se quedó contó que los otros invitaron a todos a fugarse, porque “se sabía que eran sólo dos policías de guardia y que de noche dormían. A las diez de la noche forzaron la reja y dijeron para irnos todos, pero algunos no quisimos. Lo único que nos pidieron fue que esperemos dos horas para avisar a los guardias”.

Contradicciones
Entre otros detalles brindados por los detenidos que prefirieron no fugarse se destaca que el llamado la remisería de Oberá fue realizado cuando aún estaban dentro de la celda, en plena tarea de cortar el pasador con una sierra.

Así, luego de forzar el portón no tuvieron más que cruzar el tejido, ganaron la calle y fueron a esperar el coche en la parada, como acordaron con la base.

Tal el compromiso, transcurridas dos horas los cuatro detenidos que seguían en la celda comenzaron a llamar a los guardias, pero sus gritos no lograron despertarlos, según declararon.

Fue entonces que salieron del calabozo y avanzaron por el patio, donde gritaron más fuerte todavía hasta que apareció el oficial de guardia, a quien le informaron de la fuga.

Esto coincide con lo que en primera instancia declaró el oficial subayudante Aníbal S., quien mencionó que alrededor de la medianoche constató la celda abierta y la fuga.

Asimismo, el oficial que estaba de guardia señaló que alcanzó a ver a los evadidos que escapaban a pie, por lo que atinó a trabar la celda para evitar más fugas. Pero sus dichos pierden sustento con el relato del remisero, ya que de lo contrario los prófugos no hubieran tenido tiempo para llamar a la remisería de Oberá y esperar el auto.

Luego del hecho. la cúpula policial relevó del cargo a la subcomisario Eliane Itatí Becker, quien era jefa de la comisaría de San Martín y pasó a cumplir funciones en la UR II.

En tanto, el oficial y la agente que estaban de guardia fueron trasladados a diferentes dependencias de la UR II.

Qué dijo el remisero
Tal como informó este diario en exclusiva, el 16 de febrero alrededor de las 22 una remisería de calle Gobernador Barreyro de Oberá recepcionó un llamado solicitando un móvil para cuatro pasajeros en la localidad de San Martín.

Del otro lado del teléfono especificaron que aguardarían el auto en la parada de colectivos ubicada frente al ex edificio municipal, sobre ruta 103, a sólo cien metros de la comisaría del pueblo.

El operador dio el aviso y el chofer de turno partió hacia San Martín, un viaje que en circunstancias normales no demanda más de 15 minutos. Así, alrededor de las 22.15 el remís se detuvo en el lugar indicado y los cuatro hombres subieron.

El que iba adelante llevaba la voz cantante y preguntó cuánto les cobraba para llevarlos hasta Colonia Alberdi. El remisero le respondió que la tarifa es de 3.000 pesos; contaron la plata que tenía cada uno y llegaron a los 2.860.

“Nos vamos a laburar, a la vuelta te pagamos el resto. Igual no es mucho lo que falta”, dijo el de adelante, quien enseguida hizo un llamado y, sin cortar, consultó qué les cobraba hasta Corpus. El chofer contestó 6.000.

“Andá a buscarnos al Mirador de ruta 6, pero ya. No queda otra”, subrayó con tono firme el pasajero a su interlocutor telefónico.

El viaje fue normal y al arribar al Mirador de Alberdi ya estaba la camioneta que esperaba a los pasajeros. Pagaron y se fueron, tras lo cual el remisero regresó a la base en Oberá.

Con el correr de los días los investigadores dieron con la pista del remís y entrevistaron al chofer, quien mencionó que hasta entonces no sospechó que se tratara de los evadidos porque lo trataron bien y le pagaron.