El candidato opositor aseguró que el país está peor actualmente que cuando había asumido en 2003. En Brasil «hay que repartir libros en lugar de armas», remarcó.
El expresidente y candidato presidencial opositor Luiz Inácio Lula da Silva prometió este martes reducir impuestos para los asalariados y repudió la política económica del gobierno de Jair Bolsonaro, a quien llamó “un verdadero demonio” por intentar manipular políticamente a los fieles evangelistas, al poner en marcha su campaña para los comicios del 2 de octubre con un acto en Sao Bernardo do Campo, el cordón industrial del Gran San Pablo.
Frente a la fábrica de automóviles Volkswagen, escenario de su lucha sindical en los años setenta, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) adelantó que en caso de vencer una de sus primeras medidas será subir el piso del impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores, que no se actualizó en los últimos diez años, al asegurar que el país está peor actualmente que cuando había asumido en 2003.
Pero parte de su discurso en el arranque de la carrera presidencial lo dedicó a rebatir el perfil religioso evangelista que Bolsonaro le quiere dar a su campaña, buscando con ese segmento, que es el 30% de la población, recuperarse en las encuestas que otorgan al líder del PT una victoria.
“Él está intentando manipular la buena fe de hombres y mujeres evangélicos que van a la iglesia a hablar de fe y de espiritualidad y él lo que hace es contarles mentiras sobre Lula, sobre la mujer de Lula, sobre los trabajadores, sobre los indígenas y los afrodescendientes”, afirmó el exmandatario en su discurso, en un escenario que fue recreado para imitar el que usaba en los años 70 cuando conducía a los obreros en las huelgas contra la dictadura militar.
En ese marco, sostuvo que “si hay alguien poseído por el demonio, ese es Bolsonaro”, tras afirmar que es un “creador de mentiras y un negacionista” que “no derramó una lágrima por los huérfanos que ha dejado la pandemia”, con más de 670.000 decesos y un promedio actual desde julio de 200 fallecidos diarios por Covid-19.
Lula calificó de “genocida” a Bolsonaro y dijo que en Brasil “hay que repartir libros en lugar de armas”. Emocionado a los 76 años, Lula comenzó hoy a caminar su séptima campaña electoral.
Fue candidato y llegó al balotaje contra Fernando Collor de Mello en 1989, en las primeras elecciones libres y directas desde el fin de la dictadura (1964-1985), luego perdió ante Fernando Henrique Cardoso en 1994 y 1998 y venció en 2003 y 2006, tras retirarse para lanzar a su delfín Dilma Rousseff.
Lula fue inscripto como candidato en 2018, pero fue proscripto por la justicia electoral al ser apresado y condenado por corrupción por el exjuez Sérgio Moro, algo que permitió la victoria de Bolsonaro.
En 2021 el Supremo Tribunal Federal anuló las sentencias y causas por parcialidad de la Lava Jato, operación que el PT calificó de “lawfare”.
“Les prometo que vamos a subir el piso del impuesto a las ganancias, a recuperar el salario y el empleo porque este gobierno nunca se preocupó en crear empleo”, aseguró Lula a los trabajadores de VW.
El exsindicalista recordó las huelgas de los metalúrgicos de la región industrial del ABC paulista y confesó que “no necesitaba ser candidato” pero que aceptó la propuesta para “reconstruir el país”.
“La situación ahora está peor que en 2002. Ahora se produce en Brasil proteína para todo el mundo, pero las amas de casa acá hacen cola para recibir huesos antes del cierre de las carnicerías”, dijo Lula, que hizo un panorama sobre la actividad industrial y el empleo en Brasil a partir de los datos de la planta de VW en Sao Bernardo do Campo, símbolo de la economía pujante de San Pablo.
Según el candidato, la fábrica producía 334.000 vehículos en 2012 y actualmente está fabricando 141.000 unidades.
En 2003, contó Lula, había 13.857 trabajadores en la fábrica, que aumentaron a 14.164 en 2012 y cayeron a 7.931 en la actualidad. “¿Adónde fueron a parar los otros 8.000 empleados?”, se preguntó.