De las primeras cuatro jornadas de debate en el Tribunal Penal 1 de Posadas sólo se destacó, como variante de lo recogido en Instrucción, el cambio de coartada del acusado, Alejandro Esteche, quien aseguró que no mantuvo relaciones con la víctima y que la dejó con vida en el baldío de Garupá.
Los relatos del padecimiento y óbito de la empleada doméstica de 47 años y madre de doce hijos, Irma Ferreyra Da Rocha, no cambiaron pese a los más de cinco años transcurridos desde el inicio del expediente en el Juzgado de Instrucción 7 de Posadas.
La primera, de dos semanas, de juicio oral a Alejandro Guillermo Esteche (34) acusado de “abuso sexual gravemente ultrajante, seguido de muerte”, correspondió a la declaración de 17 testigos (un total de 32 citados) ante los jueces Viviana Cukla, César Antonio Yaya y Ángel Dejesús Cardozo.
Resultaron coincidentes en sus relatos aportados en el inicio de la causa, el 18 de diciembre de 2016, 33 horas después de que Da Rocha murió por la infección generalizada de su cuerpo por los órganos internos desgarrados desde el recto hasta el pulmón izquierdo por una rama de árbol que le introdujeron por el ano en un terreno baldío del barrio Villa Bonita, jurisdicción de Garupá, y a pocos metros del tramo autovía de la ruta nacional 12.
Si bien restan quince testimonios por desplegarse a partir de mañana y hasta el miércoles en la sala de audiencias del Tribunal Penal 1 (calle La Rioja de Posadas), las cuatro primera jornadas resumieron que el sospechoso fue visto salir del baldío de calle 246 a corta distancia del túnel que une las dos colectoras debajo de la autovía. Entre malezas fue hallada Da Rocha por dos testigos: Lucas Frutos (abogado y exagente de Prefectura) y su entonces pareja Sonia Poterala (empleada bancaria). En el automóvil del primero llegaron a la vivienda lindante al baldío del que se retiró caminando a quien luego identificaron como Esteche tras ser detenido.
Poterala resumió: “Mi barrio es peligroso, ya nos habían robado varias veces. Recuerdo que apenas llegamos vimos salir del terreno a un hombre flaco y alto, rápido como si salía de mi propiedad. Activé el botón de pánico a la empresa de seguridad porque pensé que había robado, pero el hombre pasó caminando como si nada al lado del auto. Nos miró fijo y tuve una sensación de miedo, porque era una mirada fría, muy fea, mirada loca (…) Entré al patio de mi casa no vi nada raro y volví a salir a la calle. Escucho un ruido muy feo, ni siquiera parecía un animal agonizando, era mucho peor, muy feo el ruido. Pensé que alguien se cayó del muro”.
“Cuando volvió Lucas que fue a hacia la zona del túnel (que une las dos colectoras) para intentar encontrar al hombre que vimos salir, me contó que había una mujer que aparentemente había sido violada y estaba tirada en el baldío. Era todo un matorral. No me dejó entrar, se escuchaban los gritos de dolor”. Los gritos de sufrimiento de Irma se prolongaron hasta el domingo 18 de diciembre. A las 13 (poco más de 30 horas después de su ingreso) la víctima falleció cuando era operada por segunda vez para frenar la septicemia generalizada que le provocó la rama.
El viernes, durante el cuarto día de debate, tres cirujanos ratificaron sus testimonios en el expediente y sostuvieron que la mujer tenía los órganos internos desgarrados, que le produjeron una peritonitis y hasta un neumotórax grado 3.
Durante su internación Irma alcanzó a indicarle, a los tres policías de la Unidad Regional que la entrevistaron en el Hospital Madariaga, dónde y a quién ubicar como responsable del ataque.
Marcelo Rivero, comisario de la seccional Quinta de Garupá en 2016, manifestó ante el fiscal Martín Rau y el defensor de Esteche, Edgardo Cabrera Germain: “Fui al hospital con un suboficial de la comisaría, ingresé a la sala donde Da Rocha estaba en cama y conectada a oxígeno, gemía muy dolorida. Pero fue muy clara al responder pausadamente cuando le pregunté quién la lastimó. Me indicó que fue un muchacho que frecuentaba un lavadero de la avenida Las Américas (Garupá). Lo describió como alto, delgado, de cabello negro corto y de 25 a 30 años de edad. Me dijo que tenía puesta una bermuda blanca y una remera oscura”.
El martes durante la primera audiencia de juicio, Esteche solicitó declarar y Rau le hizo la misma consulta, que el encartado remarcó: “Tenía puesta una remera azul oscura y un bermuda con muchos bolsillos blanca”.
Detalles de alevosía, abandono de persona y violencia de género coinciden y sobrevuelan entre el abuso sexual ultrajante seguido de muerte y femicidio. Los próximos testigos, alegatos y sentencia -29 de agosto- definirán si Irma descansará en paz.