A pesar de las constantes denuncias recibidas por los padres de los niños secuestrados y abusados sexualmente, numerosos referentes de derechos humanos salieron en defensa del Juan Percowicz durante la década del 90.

Mientras las fotografías de orgías entre niños y adultos continúan apareciendo como resultado de los allanamientos policiales y el líder de la secta Escuela de Yoga, Juan Percowicz, continúa detenido por la Policía Federal, los documentos y testimonios que acompañan las pruebas siguen despertando el asombro de todo el país.

En las últimas horas, el principal denunciante de la causa y primer niño captado por la secta, Pablo Salum, desplegó nuevos documentos que demuestran el apoyo que numerosos organismos y referentes de derechos humanos le habrían brindado a la oscura secta y a sus actividades ilícitas.

De acuerdo al relato, que fue acompañado con la documentación que avala sus dichos, un grupo de padres de niños que estaban secuestrados por la secta interceptaron a Percowicz en el barrio de Belgrano, con el objetivo de exigirle que les devuelvan a sus hijos.

El líder, que aseguraba ser un ángel en la tierra enviado para fabricar mil ángeles más y salvar al mundo, sólo atinó a refugiarse en un bar y reírse, lo que motivó la ira de los padres y, tras una llamada a la policía, fueron todos a parar a la comisaría.

“Acto seguido”, relata Salum, “el premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel, llama desesperado al comisario y se presenta en la comisaría exigiendo que liberen a Percowicz, el mismo que ordenaba que abusen de nosotros”. El testimonio de Salum se encuentra acompañado por un documento que el propio Pérez Esquivel le envió al por entonces ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli.

En el documento, el premio Nobel de la Paz sale en defensa del oscuro pedófilo, asegurando que él mismo ha “denunciado reiteradamente los gravísimos atropellos a los miembros de la Escuela de Yoga durante nueve años” y, además, presenta un detallado relato de todas las molestias que se tomó para hacer pesar su influencia sobre la Justicia y que el ahora procesado Percowicz quede en libertad.

Horas después, otros organismos de derechos humanos se sumaron a la defensa del líder de la secta pedófila, asegurando que se trata de una víctima de “intentos fallidos de fabricar una causa criminal a su gusto”. Entre las firmas difundidas por el propio Pablo Salum, se encuentran las del padre Luis Farinello, quien alcanzó relevancia nacional tras viajar a Irán con Luis D’Elía en el año 2007; Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo; el cantante Piero; el periodista Osvaldo Bayer; y el entonces abogado, Eugenio Zaffaroni.

El propio Salum se atrevió a filmar, a través de una cámara oculta, al premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel. En el video, filmado el 2 de mayo de 2012, le relata al pintor y escultor argentino las técnicas de coerción psicológica a las que son sometidas las víctimas de la Escuela de Yoga.

“Lo hacen para que las víctimas corten lazos con sus familiares”, le asegura mientras le alcanza una foto. “Ahí ve usted a un menor de edad, junto a su madre que está desnuda. Hay muchas fotografías de orgías. Ahí está mi madre, a quien tampoco veo hace más de diez años”, le dice.

Pérez Esquivel, mientras tanto, observa las fotografías y los documentos judiciales que Salum le va entregando. “Estamos luchando junto a profesionales de Argentina y España para aprobar una ley, para que las técnicas de coerción psicológicas, que son utilizadas en las víctimas de trata de personas, sean tomadas como un delito”, le relata.

Distraído, simulando no conocer la temática a pesar de haber intervenido en más de una ocasión, Pérez Esquivel le pregunta “qué pasó con esta causa”. “La cerraron porque había políticos involucrados, pero presentamos decenas de testimonios de chicos que fueron abusados, y ustedes presentaron un escrito, sin constatar nada de todo esto, defendiendo a la secta”, le asegura Salum. Ofendido, Pérez Esquivel suelta las fotografías y le pregunta: “¿Y ustedes que piensan? Vos venís a verme, me mostrás esto, ¿y qué esperás?”.

De aquel video pasaron ya diez años, en los que Salum, al igual que el resto de las víctimas de la secta Escuela de Yoga, recorrieron incansables los pasillos judiciales y le gritaron a todo aquel que quiera oír los tormentos que sufrieron ellos y sus familias. Hasta el día de hoy, nadie los escuchó. Ni siquiera los organismos de derechos humanos. Ni siquiera los premio Nobel de la Paz.