Márcio Pochmann aseguró que la destitución «sin pruebas» de Dilma Rousseff y «el ataque contra Lula y el PT» se emparenta con «lo que está sucediendo» con la Vicepresidenta argentina.

El presidente del Instituto Lula, Márcio Pochmann, aseguró que las elecciones brasileñas del 2 de octubre tendrán un carácter «plebiscitario» en las que junto al próximo presidente se definirá la recuperación del «acuerdo democrático de 1985», que consideró roto por la destitución «sin pruebas» de Dilma Rousseff y «el ataque contra Lula y el PT», y emparentó ese proceso con «lo que está sucediendo con Cristina Kirchner, un claro ejemplo de ‘lawfare'», según advirtió en una entrevista con Télam.

De formación economista, Pochmann es docente, consultor e investigador del Centro de Estudios Sindicales y de Economía del Trabajo en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp); con una vasta obra publicada, en 2016 y 2017 lanzó sus últimos dos libros en los que profundizó sobre el proceso de industrialización de Brasil, hoy amenazado por lo que define como «una vuelta de América Latina al período pre-1930, de reprimarización», y sobre la desigualdad constitutiva de su país, otra de sus obsesiones.

En relación al llamado ‘lawfare’, afirmó que «una victoria del expresidente (por Lula) colocará ese tema en nuevas bases», recordó que Brasil «fue el país donde surgió» el fenómeno judicial y político, y valoró que en este momento el Poder Judicial brasileño intente «enfrentar las irregularidades institucionales, lo que implica un cambio y reforma del sistema judicial».

«Lo que está sucediendo con Cristina Kirchner es un claro ejemplo de lawfare y desde Brasil, por supuesto, vamos a condenarlo»

A casi un mes de las elecciones que enfrentarán a Lula con Jair Bolsonaro, en las que el exjuez Sergio Moro se postulará como candidato a senador, Pochmann advirtió que el desenlace del caso Lava Jato demuestra que el «lawfare atenta contra las instituciones democráticas» con un «avasallamiento de terribles consecuencias económicas, sociales, políticas e institucionales».

-Télam: ¿Cuál es el panorama electoral en Brasil frente a las reiteradas objeciones de Bolsonaro a no reconocer una eventual derrota?
-Márcio Pochmann: Desde que se aprobó la posibilidad de reelegir, todos los presidentes fueron reelectos. Sin embargo, los sondeos apuntan una derrota de Bolsonaro. Pero esto se da en un contexto complejo desde 2016, con la ruptura del mandato de Dilma Rousseff sin pruebas y el ataque al PT y al propio Lula. La prisión de Lula constituyó un caso inédito: después de más de 580 días en presión fue liberado a partir de la desestimación de las denuncias y la falta de pruebas. Lo complejo de la situación se refleja en que las municipales de 2016 y las presidenciales de 2018 resultaron en victorias para los partidos del proceso anti-institucional, llegando a incluso a la victoria de Bolsonaro. Ese proceso rompe con el acuerdo que inicia con el fin de la dictadura y la fundación de la Nueva República, lo que es confirmado en la Constitución de 1988. Todo el arco político aceptaba debatir, competir electoralmente, reconocer la elección y a los candidatos victoriosos. Pero a partir de 2014 Aecio Neves, candidato derrotado, cuestiona el resultado con el triunfo de Dilma. Y ese cuestionamiento toma escala con el impeachment y los acontecimientos subsiguientes: los partidos y referentes del proceso anti-institucional vencen en las elecciones. En este contexto, hay dudas de qué ocurrirá en Brasil ante una victoria de Lula. Y si esas fuerzas antidemocráticas aceptarán el resultado.

-T.: Una de las limitaciones de las experiencias progresistas en América latina es el proceso de desindustrialización. ¿Cómo evalúan ese problema?
-MP.: En América Latina estamos en una vuelta al período pre-1930, de reprimarización. Tenemos opciones para negociar con China, con Estados Unidos o con Europa. Pero para hacer negociaciones estructurales que puedan revertir el proceso (de desindustrialización) es necesario contar con un proyecto nacional y con una mayoría política que defienda ese proyecto. La transferencia del centro desde Occidente a Oriente coloca a América Latina en una situación como la que había en otra época entre América Latina y Gran Bretaña, o con la onda neoliberal norteamericana: uno es comprador de bienes manufacturados, el otro proveedor de materias primas. Esta marca la tenemos también con China. Pero China no impone esta relación: con ellos hay espacio de negociación para otro marco de cooperación, de promoción de inversiones. Un caso a tener en cuenta fue el de Irán, que aseguró la provisión de petróleo a China pero con una fuerte transformación e inversión del sistema de transporte ferroviario y con transferencias tecnológicas. Por otro lado, es evidente que la reindustrilización sigue siendo clave: no hay países que se hayan desarrollado sin base industrial.

-T.: En el caso de un triunfo de Lula, ¿cómo será la convivencia con el Congreso?
-MP.:
 El Congreso nunca fue tan opositor como ahora. La mayor parte está constituido por parlamentarios de la «bancada ruralista». Dado el debilitamiento de los partidos , la organización y articulación se da mucho por las bancadas. A pesar del partido tener el monopolio en el sistema electoral, la articulación se da en estos frentes vinculados a actividades económicas, religiosas (bancada evangélica) y hasta el crimen organizado (las milicias). Esto último es otra parte del proceso que contaminó el sistema político. La impresión que tengo es que con una victoria fuerte de Lula, él tendrá mucha fuerza, incluso con Parlamento que represente dificultades.

-T.: Lula ha mencionado en varios de los últimos discursos y declaraciones la idea de implementar una moneda única de Sudamérica. ¿Cómo ve esa posibilidad?
-MP.: La idea de moneda única como había sido pensada en el pasado ya no se corresponde con este nuevo contexto. En esta década del siglo XXI posiblemente se dé el fin del dinero tal y como lo conocemos. Ya la masa monetaria del mundo está constituida muy minoritariamente por las monedas en papel. En el mundo estamos viviendo una transición a monedas digitales, incluso aquí en Brasil el Banco Central ya tiene proyectos sobre el real digital. Por eso, tenemos que pensar en esa nueva perspectiva, en un padrón monetario en la Era Digital. Esto ocurre en simultáneo con la crisis del patrón dólar, la emergencia de criptomonedas e inclusive hay debates para abandonar la idea de monedas fiduciarias por monedas commoditizadas, que tengan base en alguna commodity, como el caso de Rusia. Dada la debilidad actual del dólar, la región puede pensar en una moneda digital o commoditizada.

«Desde que se aprobó la posibilidad de reelegir, todos los presidentes fueron reelectos. Sin embargo, los sondeos apuntan una derrota de Bolsonaro»

-T.: Si Lula gana en Brasil, ¿la estructura del lawfare y de la complicidad mediático-judicial adoptará otra forma? ¿O una victoria de Lula contribuirá a desestructurarlo?
-MP.:
 Brasil fue el país en el que surgió y se implementó con fuerza el lawfare. Ahora veo en Brasil que el Poder Judicial intenta enfrentar las irregularidades institucionales del lawfare. Esto implica también un cambio y reforma del sistema judicial. Para que esta segunda onda progresista no corra el mismo riesgo, va a ser necesario tomar acciones concretas en función de aquello que llevó al desmonte de las conquistas de los gobiernos progresistas. Respecto a Argentina, lo que está sucediendo con Cristina Kirchner es un claro ejemplo de lawfare y desde Brasil, por supuesto, vamos a condenarlo.

-T.: ¿Cuáles fueron, en su visión, los mayores éxitos de los gobiernos del PT durante el período Lula-Dilma?
-MP.: Las política sociales combinadas con la lectura del contexto internacional y de construcción de autonomía relativa fueron los hitos del PT en el gobierno. El aprovechamiento del ciclo de las commodities permitió acumular y fortalecer las reservas del Banco Central, lo que nos dio una estabilidad muy grande. Tal vez esa sea una de las grandes diferencias con Argentina, que no consiguió tener un fondo de reservas para cubrirse ante las oscilaciones internacionales. Pero es un proceso estructural de los países latinoamericanos. Brasil había convivido siempre con crisis de balanza de pagos: eso fue resuelto con los gobiernos del PT, que estabilizaron y dieron autonomía. El país, que había sido dependiente del FMI, pasó a ser un país acreedor del Fondo. La política social fue un punto estratégico, generó una gran expansión económica que llevó a una transformación profunda.