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El senador José Mayans, jefe del interbloque del Frente de Todos, se refirió a una eventual interna entre Cristina y Alberto Fernández por la candidatura presidencial de la coalición de manera muy negativa, afirmando taxativamente que sería muy dañina para la unidad de la alianza oficialista.

Una interna entre Alberto y Cristina nos haría mucho daño», sentenció Mayans. Si bien el senador aceptó que “nadie puede negarle a Alberto el derecho de presentarse”, explicitó que “para mí la candidata tiene que ser Cristina«, ya que es el cuadro “con mayor experiencia” con el que cuenta el Frente de Todos.

La posición de Mayans se incluye dentro del denominado “operativo clamor” para conseguir que la vicepresidenta modifique su decisión de autoexclusión de toda participación en las listas electorales del presente año. Pero no se limita a esto, sino que también suscribe la histórica posición del cristinismo de negarle cualquier posibilidad de expresar sus preferencias a sus votantes.

El senador fue aún más drástico al referirse a la paralización de la cámara alta tras la división del bloque oficialista. “Nosotros veníamos trabajando en pandemia y con quorum exacto. Cuando tenemos la división, de la salida de cuatro senadores, perdimos el quorum, a lo que se suma que la coalición opositora tiene la orden de no sesionar hasta que no se termine lo del juicio a la Corte en Diputados”.

Y subrayó: “Lo que no se entiende es el criterio. ¿Por qué cuando «Lilita» Carrió pide juicio a Lorenzetti es completamente constitucional y legal y cuando se pide juicio a la Corte, o lo pide otro diputado, es inconstitucional?”.

Finalmente, Mayans se lamentó de que “hoy estamos celebrando cuarenta años de democracia sin república, porque lo que hizo la corte con el Consejo de la Magistratura es vergonzoso”. Y enfatizó que “eso inició un camino en el que la república se mantiene en una situación muy compleja”.

Como conclusión, el senador oficialista caracterizó la situación actual. “Hoy tenemos un Consejo de la Magistratura funcionando con una ley que está muerta, todos sus actos son nulos”, marcó.

Sus expresiones combinaron el enojo con la resignación respecto de un futuro electoral que no ofrece mayores perspectivas al oficialismo. Pero la cuestión de fondo que dejó planteada es realmente grave: ¿Cómo podría funcionar una república cuando quienes se ufanan de ser sus únicos defensores insisten en impedir el funcionamiento institucional?