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El considerado líder del “clan” Mareco de Jardín América quedó alojado en el Escuadrón San Ignacio de GN. Hoy será trasladado al Juzgado Federal de Oberá para ser indagado

“De lo único que me arrepiento es de no haberme presentado antes, porque quién trabaja honestamente hoy. El que tiene un negocio informal vende sin factura, lo mismo que yo hacía. No estoy arrepentido de lo que hice porque yo no vendí droga. Jamás vendí droga. Ahí sí estaría arrepentido porque hubiera hecho daño a un montón de personas. Por eso no me siento con cargo de conciencia; pero necesito paz por mi familia y decidí entregarme”.

Así reflexionó Jorge Rafael Mareco (42) en diálogo a horas de entregarse ante la Justicia Federal por una causa que lo tiene como imputado por los delitos de asociación ilícita, lavado de activos de origen delictivo y encubrimiento de contrabando.

El considerado líder del “clan” Mareco dedicado al contrabando de cigarrillos con base en Jardín América se hallaba prófugo desde enero de 2016, mientras que desde noviembre del mismo año tenía pedido de captura internacional.

Es decir que durante casi siete años y medio se mantuvo en la clandestinidad, mientras que dos sus 15 hermanos fueron condenados y ya recuperaron la libertad, por lo que sólo a él le restaba rendir cuentas con la Justicia.

A principios de mayo, la Cámara Federal de Apelaciones de la provincia avaló el rechazo de la exención de prisión decretada previamente por el Juzgado Federal de Oberá ante el pedido del defensor particular de Mareco.

De esta forma, quien se mantuvo prófugo durante casi 2700 días, finalmente ayer decidió ponerse a disposición de la Justicia y se entregó en el Escuadrón 11 San Ignacio de Gendarmería Nacional. 

En tanto, se prevé que en la jornada de hoy será trasladado hasta el Juzgado Federal de Oberá para cumplimentar los trámites procesales.

“Nadie quiere estar preso”

A media mañana de ayer Mareco viajó hasta San Ignacio junto a su esposa, sus dos hijos, su abogado y una hermana. A las 10.25 ingresó al Escuadrón y quedó detenido.

La noche anterior se contactó con este diario para dar una entrevista exclusiva y contar su versión de los hechos. Reconoció que estuvo ligado al contrabando de cigarrillos, aseguró no estar arrepentido y que sólo lamenta no haberse entregado antes, como se cita al inicio de esta crónica.

Mareco concretó la videollamada desde su casa en Jardín América, “donde siempre estuve”, comentó como al pasar, dando cuenta de falencias en la supuesta búsqueda del hasta entonces prófugo.

“Mi intención siempre fue ponerme a derecho, presentarme, pero por recomendación de mi anterior abogado, que me decía podemos arreglar así, podemos apelar, fue pasando el tiempo y los años. Aparte de que nadie quiere estar preso”, reconoció.

En varias ocasiones hizo mención a sus hijos, un varón de 9 y una chica de 15, quienes son hipoacúsicos y muy apegados a él.

Al respecto, mencionó que “los chicos van creciendo y el nene me dice ‘papá, cuándo me vas a llevar a la escuela’, y eso me parte el alma. Estos siete años y pico fueron estar preso en mi propia casa porque nunca pude disfrutar libremente de muchas cosas. Por eso hasta acá llegué y decidí ponerme a derecho”.

Durante la entrevista rompió en llanto varias veces, sobre todo al hablar de sus hijos, lo que describió como “angustia y desesperación por lo estamos viviendo como familia. Incluso, me fui a la psiquiatra en Posadas porque no podía dormir y sólo tomando pastillas pude recuperar un poco el sueño”.

“Nunca fui jefe de nada”

Mareco remarcó “no tengo vergüenza de contar mi verdad porque nunca tuve una denuncia de un vecino ni por violencia de género, por ejemplo. Y todos saben que aquel vende cigarrillo como vendía yo, que aquel vende ropa en La Placita y que pasan por el puente, enfrente de todos”.

Más allá de no negar que se dedicaba al contrabando, sí cuestionó que se lo acuse de liderar un clan, como indica la Justicia.

“Somos una familia grande y cada uno hace lo suyo. Dicen que soy el jefe del clan, pero yo nunca fui jefe de nada, siempre trabajé por mi parte y mis hermanos por la suya, nunca fui el jefe de ellos. Para mi clan es gente que anda enfierrada, pandilleros, cosa que no soy”, subrayó.

Sobre los delitos que se le endilgan, manifestó: “Nunca escuché que alguien sea condenado por encubrimiento de contrabando, y no sé por qué nos tocó a nosotros. Dicen lavado de activos, pero puedo andar en un auto que no sea mío. Aparte yo no tengo nada. La chacra que tenemos es de mi mamá desde hace 50 años, no es algo que se compró hace poco”.

En el mismo expediente estuvo imputada su hermana Ramona Beatriz Mareco, quien ya purgó cinco años de cárcel. En tanto, su hermano Joaquín también cumplió una pena federal.

“Mis hermanos están en libertad desde hace tres años, y yo si me presentaba antes ya hubiera terminado todo esto. De eso me arrepiento”, insistió.

Contó que la acusación en su contra surgió por una investigación que le iniciaron a su hermana en 2013, en la cual lo implicaron. “Pero cuando Gendarmería allanó mi casa en 2016 yo estaba en Buenos Aires”, argumentó.

“Rezo mucho”

Mareco se definió como un creyente que todos los años realizaba la procesión en bicicleta hasta la Virgen de Itatí.

“Tengo muchos sobrinos y siempre les inculqué el buen camino, no quiero que sigan el mismo camino que yo. Era del grupo de biciperegrinos de la provincia de Misiones y en el 2016 se me derrumbó todo eso. Soy fiel creyente y la fe que tengo me mantiene vivo. Rezo mucho y eso me mantiene con fuerza”, comentó.

Consultado al respecto, explicó que durante los años que estuvo prófugo su familia se mantuvo con el negocio de su esposa, al tiempo que realizaba algunos trabajos como mecánico.

En ese punto cuestionó la investigación de Gendarmería en su contra, ya que en el informe de concepto asentaron que los vecinos le tienen miedo.

“Yo vivo en el barrio Arroyito y me llevo bien con todos, pero Gendarmería dice que los vecinos no quieren hablar por temor. Está algo que se llama testigo protegido, pero ni así lograron que los vecinos hablen mal de mí. Para mí es acusar sin pruebas”, opinó.

Sobre el final, Jorge Mareco remarcó la necesidad de entregarse para saldar cuentas con la Justicia, más allá de lo que implica para su familia.

“A mis chicos les dije que no me voy a ir para siempre, y lo más triste fue con mi mamá, que es una luchadora que crió 15 hijos a pulmón en la chacra. Nunca nos enseñó a robar, lo único que me enseñó es querernos entre hermanos y amar a nuestros hijos. Fui y le conté lo que iba a pasar y me dijo que lo único que quiere es que esté de vuelta antes de que muera. Me dijo ‘vamos a rezar para que yo esté todavía cuando vos vuelvas’”, agregó.

Las pruebas

Estimaciones realizadas durante los procedimientos ejecutados entre 2016 y 2017 señalaban que, sólo con el contrabando de cigarrillo, la banda alcanzaba a obtener ganancias de 700.000 pesos por semana.

En los operativos en diversas propiedades y a manos de varias fuerzas de seguridad los investigadores incautaron una innumerable cantidad de pruebas, desde cajas de cigarrillo, vehículos con pedidos de secuestro por robo, neumáticos de contrabando, armas de fuego y libros con anotaciones contables.

Tal como se publicó oportunamente, en el expediente también constan escuchas telefónicas donde los implicados aparecen pautando las compras de las mercaderías de contrabando, organizando la logística de los traslados, acordando lugares de acopio y evidenciando nexos con uniformados corrompidos que alertaban sobre procedimientos en sus contra.

Las complicaciones de la pandemia dilataron el proceso, pero casi todos los implicados estuvieron presos y ya recuperaron la libertad. 


La investigación de la Justicia Federal

En el mismo expediente de Jorge Mareco estuvieron imputados su hermana Ramona Beatriz Mareco (47), su esposo Darío Enrique Posdeley (44) y su cuñado Marcelo Darío Villalba (40).

En marzo del año pasado los últimos tres acordaron un juicio abreviado por penas de cinco años de prisión.

Según la Justicia, el accionar del clan Mareco quedó al descubierto en enero de 2016, cuando Joaquín Mareco -hermano de Jorge- se tiroteó con la Policía mientras guiaba el paso de una camioneta cargada con cigarrillos de contrabando en la zona de Colonia Oasis.

Así se inició una pesquisa que derivó en un expediente paralelo al tiroteo, en el cual se investigaba los delitos de asociación ilícita y encubrimiento de contrabando, aunque en la etapa de recolección de pruebas también surgió que los involucrados realizaban maniobras económicas para reingresar el dinero de origen delictivo al circuito legal.

La causa avanzó hacia todo el grupo familiar e incluso salpicó a integrantes de diversas fuerzas de seguridad comprados a cambio de información.

La investigación de Gendarmería determinó que la familia se encargaba de obtener cargas de cigarrillos provenientes de Capitán Meza y otras localidades paraguayas del departamento de Itapúa, ingresarlas a la provincia a través de puertos clandestinos ubicados a la vera del río Paraná y luego distribuirlas por las rutas 7 y 8 -principalmente- hacia distintas ciudades de Misiones e incluso cruzarlas a Brasil.