Los especialistas elogian el carácter transformador de la ley de promoción de insumos orgánicos para la agricultura. Tras sus experiencias en el estudio y prueba de estos compuestos, aseguran que es una transición necesaria.
Pedro Zapata integra el equipo del Laboratorio de Biología Molecular, dependiente del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). Científicos y estudiantes conforman el grupo de trabajo que se desempeña en la investigación de diversos temas, entre ellos los bioinsumos.
El profesor contó a canal12misiones.com que existen diferentes tipos de bioinsumos, como por ejemplo los derivados de microorganismos. Estos son utilizados en la agricultura y la producción de alimentos como estimulantes de crecimiento para las plantas, para el control de hongos y también para el control de insectos.
En ese sentido, se refirió a la ley de promoción de bioinsumos que promulgó la Legislatura provincial y sostuvo que “la agricultura sustentable requiere un cambio de paradigma”. Señaló que para lograr esta transformación, se deben modificar los viejos hábitos y fijar nuevos objetivos de cultivo, donde ya no se erradique una especie para lograr el desarrollo de otra.
“Es muy importante que la provincia haya establecido el reemplazo gradual de los compuestos que se usaban antes”, afirmó Zapata. Al ser un proceso iniciado recientemente, consideró que aún queda mucho por investigar y desarrollar, con el objetivo de continuar en búsqueda y obtención de productos alternativos.
Lo que busca el productor
Los productores agrícolas utilizan bioinsumos en sus cultivos debido a su potencial para mejorar la sostenibilidad ambiental, la salud del suelo, la calidad de los productos y cumplir con regulaciones del mercado, así como para implementar prácticas de manejo integrado de plagas y enfermedades más sostenibles.
“La agricultura sustentable es un conjunto de técnicas y productos que buscan potenciar el desarrollo de un cultivo frente a otros que impiden o entorpecen su crecimiento. No se busca erradicar a las otras especies, sino inclinar la balanza en favor de aquel al que le interese al productor”, explicó.
Afirmó que esto se logra con un reemplazo paulatino, cuyo objetivo es alcanzar mejores producciones al tiempo que disminuye la cantidad de químicos que se usan. De eso se trata esta transición de dos años hasta sustituir los insumos sintéticos de los campos.
El científico apuntó a que “el camino de disminuir paulatinamente para ir logrando mejores cultivos a partir de la combinación es bueno”. Agregó que los productores que buscan ese reemplazo requieren de ese tiempo para cambiar diversas costumbres o comportamientos.
“Por ejemplo, si no querés que las hormigas ataquen tus plantaciones tenés que buscar un tratamiento constante para que los hormigueros no se hagan grandes o para que el ataque no sea masivo. Para eso se necesita combinar los productos hasta lograr el cambio total”, precisó.
La transición es necesaria, debido a que el objetivo de los insumos químicos es matar la amenaza, mientras que los bioinsumos controlan su acción. Por eso, Zapata destacó la importancia de que el Gobierno comience a plantear exigencias en cuanto a los procesos de producción.
Investigación y desarrollo de bioinsumos en Misiones
El docente universitario indicó que actualmente en la provincia existen empresas e instituciones que estudian y desarrollan estos insumos orgánicos para el agro. Por un lado está la Universidad Nacional de Misiones, que al igual que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, realizan investigaciones. Este último, además, lleva adelante diversos compuestos como controladores, fungicidas e insecticidas, entre otros. Por otra parte está la Biofábrica, donde desarrollan antifúngicos, y Agro Sustentable, donde fabrican bioinsecticidas y biofertilizantes.
“El trabajo que realizamos en el laboratorio de la universidad se basa en microorganismos nativos, es decir a partir de cultivos de las chacras misioneras. Esa es la fortaleza del proyecto”, destacó el bioquímico acerca de la labor científica en el Instituto de Biotecnología.
Como toda investigación, el equipo realiza una etapa dentro del laboratorio y luego una en campos o viveros, de la que participan otras instituciones. En este caso se trata de la Fundación Alberto Roth de Santo Pipó, dedicada a promocionar el desarrollo agrosustentable en la tierra colorada.
“Tenemos la idea de sacar algún emprendimiento junto a ellos, que nos permita la producción a escala de estos bioinsumos”, anticipó Pedro Zapata. Es que los resultados obtenidos han sido realmente alentadores: “Notamos mayor vigorosidad en las plantas, crecen sin contaminarse con otros agentes y es resistente a los hongos. Vemos una planta fortalecida”, aseguró.
Herbicidas, antifúngicos e insecticidas
Las diferencias entre herbicidas, antifúngicos e insecticidas radican en los tipos de plagas que controlan y los mecanismos con los que actúan. Los productos orgánicos en cada categoría se caracterizan por utilizar ingredientes naturales y tener un menor impacto ambiental y en la salud humana en comparación con los productos sintéticos.
Los herbicidas están diseñados para controlar y eliminar las plantas no deseadas. Se utilizan para prevenir el crecimiento de hierbas competidoras en cultivos y pueden clasificarse en dos categorías: los de acción selectiva y los de acción no selectiva. Los primeros se dirigen a ciertos tipos de plantas, mientras que los segundos pueden afectar a una amplia variedad.
Los antifúngicos, como su nombre indica, se utilizan para controlar los hongos y enfermedades fúngicas. Estas pueden afectar el crecimiento y la salud de las plantas, y los antifúngicos se aplican para prevenir o tratar estas infecciones.
Los insecticidas, por su parte, están diseñados para controlar y eliminar insectos dañinos, como pulgones, moscas, escarabajos y gusanos. Pueden clasificarse en insecticidas de contacto, que matan los insectos al entrar en contacto con ellos, e insecticidas sistémicos, que son absorbidos por la planta y matan a los insectos cuando se alimentan de ella.
En la provincia, conocida por su rica biodiversidad y belleza natural, los agricultores están explorando alternativas más sostenibles y saludables para cultivar sus tierras. Un enfoque prometedor es el reemplazo de los químicos convencionales por insumos orgánicos. Esta evolución hacia prácticas más amigables con el ambiente y la salud ofrece grandes beneficios para la economía local y el bienestar de los consumidores.