El correntino Manuel Rivero (59) se sentó esta mañana ante el Tribunal Penal 1 de Posadas acusado de intentar matar a su concubina en diciembre de 2016 y dispararle a otras dos personas en el mismo hecho. A un joven porque intentó frenarlo y a una vecina porque observaba el ataque desde la ventana de su despensa en el barrio San Marcos de esta capital.

“Si no sos mi mujer no vas a ser de nadie”, fue la amenaza de muerte a Eliza De Souza, de acuerdo al requerimiento de elevación a juicio que emitió la fiscal de Instrucción 7, Patricia Inés Clérici en 2017 y que fue leído durante este lunes en la sala de audiencias del TP-1 sobre calle La Rioja.

El Tribunal está conformado por Ángel Dejesús Cardozo como presidente, Gustavo Arnaldo Bernie y Viviana Gladis Cukla, como vocales. El fiscal Martín Alejandro Rau, el defensor oficial Mario Ramírez en la representación de Rivero y la querella encabezada por José Pianessi y Santiago Larrea, completan el debate.

Tras la formalidad de la apertura del juicio, Rivero se abstuvo de responder cualquier pregunta sobre el caso a las partes. Sólo confirmó sus datos filiatorios y lanzó: “Del hecho no recuerdo nada, pero me hago cargo, me hago responsable”.

Tanto su exesposa, De Souza, uno de sus hijos que intentó defenderla y una vecina que observaba de su comercio, coincidieron en el expediente en que el albañil correntino el 14 de diciembre irrumpió en la vivienda y desató el terror.

Fue todo lo que dijo respecto a la acusación, de la que se remarcaron evidencias y pruebas como los testimonios de las víctimas que lo escucharon amenazar de muerte como el llamado que habría hecho a sus familiares: “¿Ustedes están en la terminal?, bueno les aviso para que vuelvan nomás porque acá ya le hice mierda a su madre”.

Para la fiscal, Rivero mostró “desprecio por todos”, primero contra el que intentó defender a De Souza, luego por la testigo ocular. El acusado “no concretó su objetivo por razones ajenas a su voluntad”.

La primera audiencia (de cuatro agendadas hasta el jueves) duró poco menos de dos horas y finalizó con el pedido del fiscal del TP-1, Martín Alejandro Rau, para que las declaraciones e informes de seis testigos se incorporen al debate por lectura de lo que obra en el expediente. El abogado defensor, Mario Ramírez no mostró objeción salvo en uno de los peritos que propuso el fiscal, la psiquiatra integrante del Cuerpo Médico Forense, Cintia Roxana Diplotti.

Como testigo clave en tanto, se espera que este martes declare Elisa De Souza. Su relato es determinante para reconstruir lo sucedido y para describir el contexto de violencia de género que padeció.

Rivero fue detenido el 24 de enero de 2017 por el ataque con arma de fuego a su exesposa. Fue el entonces juez de Instrucción 7, Carlos Jorge Giménez (hoy integrante del Tribunal Penal 2 de Posadas) le impuso la prisión preventiva e imputó como autor de “homicidio calificado por el vínculo en grado de tentativa, un hecho, homicidio simple en grado de tentativa, dos hechos y portación ilegal de arma de fuego en concurso real” (artículos 80 y 79 del Código Penal Argentino), además de la fuga de la comisaría Octava.

Rivero permaneció casi un mes prófugo. Lo hallaron en un campo de Villa Olivari, próximo a Ituzaingó (Corrientes) de donde es oriundo.

Sus últimos días de prófugo

El miércoles 14 de diciembre de 2016 a las 8, De Souza fue sorprendida por Rivero quien le disparó cuatro veces en la esquina de las calles Avellaneda y 156 A, en el barrio San Marcos, hiriéndola en el pecho y en una pierna.

La mujer se salvó de milagro, mientras que Rivero fue detenido horas más tarde cerca del arroyo El Zaimán.

El lunes 26 de diciembre, a las 6.30, escapó tras limar dos barrotes y romper un tejido de la celda subirse al techo de la dependencia. Pero esta no fue la primera fuga para el presunto agresor. Un mes antes, también había sido detenido por circular con una escopeta cuando conducía una motocicleta. Fue alojado en la seccional Decimoctava, pero también se fugó al aprovechar un descuido de los guardias.

Durante sus últimos días de prófugo, Rivero habría cometido un robo en una estancia de Villa Olivari. Con esta sospecha y la versión que un familiar le estaba acercando comida en un remís a esta misma zona correntina, se montó un rastrillaje que permitió descubrir el lugar de escondite, en medio de un campo y cubierto por malezas.