El respaldo de la población de Misiones a la propuesta del Frente Renovador y a la gestión del Gobierno provincial quedó nuevamente expresado de manera contundente en el sagrado momento en el que los políticos guardan silencio y es el pueblo el que habla a través de las urnas. El oficialismo obtuvo 23 mil votos más que el total de la suma de sufragios de Juntos por el Cambio y el frente que integran el Partido Agrario y Social, La Cámpora y demás partidos que levantan las banderas del kirchnerismo en la provincia.
Ni los dirigentes políticos, ni los medios de prensa, ni los opinólogos, ni los encuestadores consiguen hablar con la claridad que lo hace el ciudadano misionero cuando va a las urnas. Su mensaje volvió a ser claro a la hora de optar entre expresiones políticas que operan como avatares virtuales manejados desde Buenos Aires y un proyecto diseñado, como lo haría un fino sastre, a la medida de los misioneros.
Si las elecciones de medio término fungen de plebiscito de los gobiernos, lo que ocurrió el domingo no fue otra cosa que una sonora aprobación del ciudadano a las gestiones de Oscar Herrera Ahuad, al frente del Ejecutivo, y Carlos Rovira, presidente de la Legislatura y arquitecto principal del proyecto de provincia que propone la renovación.
Tan es así que si por algún milagro de la rosca política se aliaran ambos márgenes de “la grieta” nacional y decidieran combinar fuerzas para competir contra la renovación no les alcanzaría el paño para imponerse en una elección, ni siquiera en una legislativa que históricamente suelen ser más difíciles para los oficialismos.
Tomando como base los guarismos del escrutinio provisorio del Correo Argentino, entre Juntos por el Cambio y el Frente Encuentro Agrario y Social para la Victoria sumaron poco más de 210 mil votos, bastante menos que los 235 mil que sumó el Frente Renovador con su propuesta misionerista que se impuso en todos los municipios en los que, además de diputados provinciales, se eligieron concejales.
El escaso predicamento que tiene el kirchnerismo en Misiones cuando compite contra la renovación no es algo novedoso, de hecho fue la norma durante los dos mandatos presidenciales de Cristina Kirchner, cuando esa fuerza intentó por todos los medios hacer pie en la provincia, valiéndose principalmente de la territorialidad que le otorgan las delegaciones locales de organismos como Anses, Afip, Migraciones y los ministerios, siempre con muy pobres resultados en las urnas.
Algo similar ocurre con el PRO, que si no fuera por el declinante voto cautivo del radicalismo y por la estructura que todavía conserva el puertismo, todo indica que en estas elecciones hubieran asistido al reparto de bancas desde afuera y con la ñata contra el vidrio en un azul de frío.
El mismo mensaje de priorizar los intereses propios de Misiones por sobre los cantos de sirena propalados desde Buenos Aires que llegó en forma de premio para la renovación, también llegó al Partido Agrario y Social (PAyS) pero como castigo.
La alianza de esta fuerza surgida desde las entrañas de la ruralidad del Alto Uruguay misionero con La Cámpora, el Movimiento Evita y demás agrupaciones que responden de manera directa a liderazgos foráneos no terminó de cuajar. Sirvió para que el principal dirigente del PAyS, Héctor “Cacho” Bárbaro ganara una banca de legislador nacional a la que no hubiera accedido de otra manera, pero ese favor lo terminó pagando dos años más tarde, primero con una diáspora de sus propios dirigentes, disconformes con ser vagón de cola del tren kirchnerista, y luego con la pérdida de dos de las bancas que había ganado hace cuatro años, que en diciembre próximo quedarán en manos de dos camporistas puros.
Primero Misiones, fue la consigna del Frente Renovador que la ciudadanía adoptó como propia, en base a la cual repartió premios y castigos y dejó una nueva lección a la clase política: para competir en Misiones ya no basta el respaldo de las figuras nacionales, no vale de mucho tener un álbum de fotos con un presidente o expresidente, lo que hace falta es un proyecto que priorice los intereses de los misioneros por sobre todo lo demás. Hasta ahora solo una fuerza consiguió construirlo.