El homicidio de Humberto Keller (50), un hombre en situación de calle que fue atacado en una vivienda deshabitada del kilómetro 18 del barrio Unidad de Eldorado y ultimado con un arma blanca el 6 de septiembre de 2019, finalmente fue elevado a juicio oral y público.

La resolución judicial fue confirmada por fuentes confiables de la pesquisa. Se supo que el titular del Juzgado de Instrucción Uno de Eldorado, Roberto Saldaña, coincidió con el criterio planteado por el Ministerio Público Fiscal de elevar la causa a debate y resolver allí la responsabilidad del imputado.

En tanto, el único acusado por el crimen es un mecánico, identificado como Héctor Damián Catalán (36), quien estará en el banquillo para ser juzgado por la carátula de ”homicidio simple”.

El imputado fue detenido tres días después del hallazgo del cuerpo de Keller, que estaba en una zona de monte, con heridas en el rostro y quemaduras en el 85% de su cuerpo.

Según se pudo reconstruir, el crimen ocurrió en la mañana de ese 6 de septiembre de hace cuatro años, cuando el imputado se dirigió, junto a su suegro, desde el municipio de El Alcázar hacia Eldorado, para concretar la compra de una bicicleta usada.
Cerca de las 8, yerno y suegro llegaron a la localidad citada y caminaron hacia el kilómetro 11, donde vivía el vendedor del rodado, Luis Enríque C. Dos horas después, al llegar al domicilio procedieron a la compraventa de la bicicleta y fueron invitados a quedarse a comer.

En ese contexto, minutos antes de las 13, el acusado del crimen mencionó que iría a la casa de la víctima fatal, para buscar unas ollas y otras cosas que había dejado, además de expresar “que iba a terminar lo que empezó”.

Así, subió a la bicicleta recién comprada y se dirigió al kilómetro 18 de la ciudad, donde se hallaba la casa precaria construída con restos de una vivienda derrumbada y una lona de plástico.

Al llegar al lugar, según fuentes de la causa, Catalan permaneció un tiempo no determinado con Keller, hasta que en un momento de la tarde le propinó un golpe en el rostro, para luego producir varias lesiones cortantes con un arma blanca.
Luego, según las pericias de los especialistas, se determinó que la víctima fue prendida fuego, presumiblemente utilizando cenizas de un fuego que había en dos tambores de metal de 200 litros.

Acto seguido, se dirigió a una plazoleta ubicada en la intersección de la avenida San Martín y Claudio Rodrigo, donde se volvió a encontrar con el suegro. Este último, en su declaración manifestó que al juntarse con el imputado, observó que este se veía en estado de ebriedad y presentaba manchas de sangre en sus prendas de vestir.

A su vez, ya en su vivienda y ante las preguntas de su pareja Gabriela G., el encartado habría confesado el crimen, manifestando: “maté a Keller, yo mato por diversión”.

Además de las declaraciones de los testigos, otro elemento que complica al hombre de 36 años, son las pruebas de ADN realizadas en las prendas de vestir que utilizó ese día, para determinar si las manchas de sangre pertenecían a la víctima, las cuales dieron como resultado positivo.