Los fieles pudieron volver al templo para celebrar a la ‘santa de lo imposible’ y en coincidencia con la fiesta del Espíritu Santo, pidieron unidad, paz y salud.
En coincidencia con la fiesta de Pentecostés, que da cierre el ciclo pascual de este año litúrgico, la figura de Santa Rita se celebró ayer como poderosa intermediaria del Espíritu Santo.
Los fieles dijeron presente, como rasgo distintivo al año que precedió, marcado por el aislamiento, los templos vacíos y las transmisiones por medios y streaming.
La misa central se llevó adelante a las 10 de la mañana, luego de la procesión en autos que se originó en la catedral de Posadas.
Hasta 200 personas podían ingresar en cada celebración, a diferencia de las cinco, diez que fueron testigos en 2020. Además, se acomodaron sillas afuera y, a pesar de las esporádicas hordas de viento helado, hubo peregrinos que se mantuvieron firmes, en los alrededores, para honrar a la santa de su devoción.
Conocida por ser la que vence lo imposible y una de las más populares del santoral católico, Rita de Cascia volvió a recibir plegarias relacionadas a la salud y el fin de la crisis sanitaria.
Unidad, paz, salud
Durante la homilía, tres fueron los dones que el padre Sebastián Escalante -Canciller de la Diócesis- remarcó como prioritarios en este momento para pedir al Espíritu Santo.
En primer lugar, el don de la unidad. ‘‘Cuánta falta nos hace crecer en la unidad. Pero la unidad no es uniformidad, que todos pensemos sintamos y obremos de la misma manera, sino unir los corazones y lograr comunión en la diversidad y pluralidad. Qué bueno que aprendamos a sentirnos un solo cuerpo respetando nuestras diferencias’’, postuló el sacerdote subrayando la importancia del diálogo en las familias, en la sociedad y dejando de lado las grietas.
El segundo pedido al Espíritu Santo, siempre con intercesión de Rita, fue el de la paz ante tanto conflicto armado que parece de otra época pero que recrudece día a día. En esa línea entendió necesario quitar los odios del corazón y trabajar la paz cotidianamente. ‘‘Ser hacedores de la paz’’. Detallando que la paz no es simplemente falta de conflicto y que se viven diariamente situaciones de odio y violencia por ejemplo en gestos mínimos como los comentarios en redes, recalcó que ‘‘las guerras a veces están adentro nuestro y encontramos dificultades para estar serenos. Que el modelo de Rita nos inspire para trabajar la paz’’.
Por último ponderó el pedido de salud en medio de ‘tiempos muy difíciles con esta nueva ola de coronavirus’. ‘‘Es importante que redoblemos los esfuerzos para cuidarnos. Santa Rita intercederá para que la pandemia vaya cediendo’’ alegó esperanzado al dirigirse a quienes, como él, hayan sufrido un duelo por la enfermedad.
‘‘A mí me tocó perder a mi papá, quizás algunos sigan esta transmisión por la televisión y la radio estando enfermos. Sabemos que la oración no es desoída por Dios’’, manifestó al reivindicar la importancia de la solidaridad. ‘‘Que el aislamiento no sea del corazón porque el sálvese quien pueda no funciona’’, remató.
Emponchados hasta el cuello y con el barbijo como escudo para narices frías, los feligreses llegaron de manera espaciada, precavida, se enfilaron para ingresar a la parroquia y para dejar alguna plegaria u ofrenda al santuario exterior. Mario Martínez y Juana Esther Fraga, por ejemplo, llegaron poco antes de la misa desde Garupá al unirse a la caravana de vehículos ya en la avenida Chacabuco. Sobre su devoción, él aclaró que ‘‘una vuelta pedí trabajo y se cumplió. Por eso cada año venimos a agradecer’’. ‘‘Además pedimos por todo lo que estamos pasando, por la salud más que nada’’, sumó ella.
A pocos metros y gozando unos rayos de sol, Peti Lezcano se formaba para visitar al santuario junto a su nieta Ludmila. Oriunda de Miguel Lanús, llegó en procesión, como solía hacer todos los años con sus familiares, solo que esta vez no fue caminando sino en auto. ‘‘La pandemia nos cambió a todos, nosotros igual cumplimos. Vinimos a agradecer, pero todos los días le pedía a la Virgen que nos diera salud’’, contó la abuela que también el finde pasado asistió a la celebración en Fátima. Melita Gómez fue otras de las fieles que se acercó desde Villa Cabello a agradecer por los ‘muchos milagros recibidos’, mientras Adriana del mismo barrio se alegró de poder volver a rendir culto a la ‘santa de lo imposible’ y Daniel Silvero se presentó una vez más en gesto de agradecimiento.
El ánimo de esperanza y la conciencia plena de poder estar presentes, reunirse, celebrar, compartir una comida fueron el eje de esta nueva fiesta patronal. Domingo a puro sol en Santa Rita, con fe de que todo, en familia, es posible.