Quiero contarle algo, Alberto:
Cuando tenía 11 años vivíamos en el Sur y la economía familiar no era muy buena que digamos. Algo que mi madre se encargó de ocultarnos –a mi juicio demasiado– en aras de protegernos de los sinsabores que provoca la falta de dinero.
Y digo demasiado porque cuando le pedí que me comprara una bicicleta, eligió dejar abierta la posibilidad en lugar de decirme que no había dinero para ello. Lo que hizo que yo mantuviera la esperanza y por ende, no entendiera por qué, cada vez que volvía del pueblo, no me había comprado la bicicleta y hasta me enojara con ella.
Con algunos ajustes, éste es el principio de una nota que escribí hace 30 años y que pensaba publicar luego de algunas correcciones de estilo.
La nota en cuestión apuntaba a proponer que maduráramos como sociedad y que dejáramos de creer en promesas que no podrán ser cumplidas. Porque ya somos grandes y no necesitamos que sea mamá quien nos diga que en Argentina no hay un mango para cosas elementales, muchos menos para caprichos.
No hice a tiempo…
Porque el resultado de las PASO desató lo esperable de un Gobierno que va mucho más allá de lo que mi madre fue en su momento y no sólo promete cosas que no podrá cumplir, sino que sale a la cancha a rifar guita que no tenemos en heladeras, cocinas, garrafas y… bicicletas.
Si bien creo que el papel del Estado es generar las condiciones para que un privado sea quien monte la fábrica, bien podría comprender que en esta coyuntura fuera el Estado el que se encargara de jugarla de empresario e invirtiera el dinero prestado o el papel pintado que emite en crear trabajo. En permitirle a aquél que está en una situación de mierda en lo económico que pueda comprarse su heladera, su cocina, su garrafa y, ocasionalmente, una vez que haya logrado cubrir sus NECESIDADES BÁSICAS, una bicicleta para sus hijos.
Claro que eso sería si alguna vez usted hubiera tenido alguna forma de Plan económico. Pero estuvo muy ocupado “cuidándonos” y hoy no hay tiempo. Hoy hay que revertir el resultado del sopapo electoral de las PASO y hay que hacerlo en menos de dos meses.
Sabe cuál es la diferencia entre usted y mi madre?
Que mi madre me engañaba para tratar de evitarme el dolor. Pero como no era una hija de puta que quería perpetuarse en el poder, NO compraba la bicicleta. No nos dejaba sin nuestras NECESIDADES BÁSICAS por el voto de nuestra sonrisa.
Cuando me tocó a mí ser padre y pasar una situación económica nefasta, ya había aprendido la lección. Y por eso mis hijas, desde una edad tan tierna como 6 y 4 años, siempre tuvieron claras las prioridades. Y sabían que primero había que comer y poder pagar el techo que nos cobijaba. Después había que poder tener el dinero para lo que hiciera falta para su educación.
Y después, si SOBRABA, podíamos darnos gustos.
Así fue que, durante un tiempo, por más “clase media” que fuéramos, por más “Mansilla y Bulnes” donde viviéramos, mis hijas –a diferencias de TODOS sus compañeros– no tenían televisión por cable.
Hubiese sido de idiota de mi parte pagar ese servicio cuando debía cuatro meses de alquiler, cuando bajaba de peso por comer poco para que a ellas no les faltara nada (nada de las NECESIDADES BÁSICAS), cuando vendía mes a mes las computadoras que había logrado comprar en otro momento para poder cubrir esas necesidades y cuando, así y todo, necesité de un “Plan” que mi hermana me dio durante casi un año para ayudarme a salir a adelante.
Hubiese sido de idiota porque habría tardado mucho más en salir adelante si gastaba en gustos mientras debía guita. Hubiese sido de idiota porque a la larga, no tendría para comer.
Por todo esto es que cuando veo la clase de hijos de puta que pueden ser saliendo a regalar heladeras y cocinas, “me callo la boca”, como decía mi abuela, porque es más fuerte la empatía con esa gente con la que no quiero saber en qué condiciones viven.
Pero cuando lo que regalan son bicicletas, especulando con la miseria económica de esas madres que viven sufriendo, como seguro vivía mi madre en aquel tiempo que relaté, porque no pueden darles ciertos gustos a sus hijos… lo único que espero es que esas madres sean lo suficientemente vivas como para aprovechar la bicicleta.
Y lo suficientemente vivas para aprovechar la condición de “oscuro” del cuarto de votación y vuelvan a romperles el culo en noviembre.
Ya no por la pésima conducción que viene realizando, ya no por la foto de la juerga de su mujer, ni por las visitas de los peluqueros, el entrenador de su perro, la alisadora de pestañas y toda la manga de inútiles que pasearon por Olivos. Ya no por sus insultos al pueblo, su cuarentena eterna, su destrucción de la economía ni sus asados con los Moyano o el que hizo con los 70 pelotudos sobre fin del año pasado. Ya no por sus mentiras sobre las vacunas, su estúpida ideología, el vacunatorio VIP y los muertos acumulados.
Ni siquiera por la asquerosa demagogia por la que hoy dice que ya no hacen falta los barbijos en la calle, implementa el fútbol y ahora, justo ahora, nos “permite” hacer como usted hizo todo el tiempo y podemos reunirnos con 130 amigos.
Quiero que esas madres aprovechen la oscuridad del cuarto donde voten para decirle que pueden HACERSE las boludas porque por los hijos uno hace lo que sea, pero que NO SON boludas.
Y que ni usted ni nadie va a torcerles la opinión con una bicicleta de mierda…