Lorena Jacob es contadora pero hoy disfruta más que nunca de su faceta inimaginada de artista, que la sostiene anímica y económicamente
El fuego transforma, altera la materia y convierte elementos simples como el vidrio en arte. A su vez, el arte inspira nuevas emociones y sensaciones y todo se vuelve un ecosistema alquímico.
Guiado por la creatividad y las hábiles manos de Lorena Jacob, el vidrio deja de ser una inerte materia prima y renace en piezas originales que día a día encuentran su lugar en el mundo.
Con la estructura que le dio su profesión de contadora y la práctica laboral en relación de dependencia, Lorena trabaja horas y horas cocinando dijes, escarapelas, porta sahumerios, platos, lámparas y una infinidad de objetos a los que le deja un sello propio distintivo.
Aunque le pidan un juego de 6, 12 platos por ejemplo, afirma que cada uno será diferente, entendiendo la labor artesanal que conlleva.
Y en esa creación constante, la artista encontró su paz, su eje, su disfrute y su manera de sostenerse económicamente sin necesidad de responder a otros ni de depender de nadie.
‘‘Todos me decían que a la vez que hacía esto, tenía que mantener mi profesión porque no iba a poder vivir del arte. Yo trabajé mucho tiempo encerrada, detrás de una computadora, y no era nada mío, siempre trabajaba para otro, muchas veces me pasé fines de semana enteros respondiendo consultas y no era lindo’’, explicó detallando que liquidó sueldos en dos grandes empresas locales, que le exigían mucho mentalmente.
El estrés perfiló las ganas de algo propio, aunque la idea estaba más relacionada a un estudio contable, que uno artístico. Es que si bien Lore comenzó pintando mandalas como un proceso de autocatarsis, todas las señales parecían apuntar a que su misión era artística.
Ya con un curso de vitrofusión de Ernesto Engel encima, no llegó a organizar su estudio contable que comenzó a recibir cada vez más pedidos de distintas creaciones. Luego llegó la oportunidad de las ferias, tan activas en los años pre pandemia. A poco de iniciarse, fue a Chaco, de ahí a Colón, a Capitán Sarmiento y a Córdoba. En un devenir de ‘casualidades’ se encontró realizando una vasta producción que la mantuvo activa y económicamente.
‘‘Es otra vida completamente, sé que no tengo el sueldo que tenía antes, y puede ser que para ganar lo que ganaba antes, lleve más tiempo, pero estoy mucho más tranquila. La calidad de vida que tengo ahora es totalmente distinta y eso es lo que para mí vale’’, manifestó.
Ajena a las artes, descubrió su talento poco antes de dedicarse de lleno a la disciplina. Una vez dentro, se las ingenió para innovar, hacer sociedades para prosperar o resolver de manera autónoma. Por ejemplo, para los porta espirales, que fueron uno de los hits que la sostuvieron ni bien comenzó la cuarentena, sumó algunas habilidades en herrería y para los dijes, técnicas de macramé.
Al ingresar a la casa- estudio de Villa Sarita, la cantidad de posibilidades con el vidrio, abruma. A simple vista, queda en evidencia la constancia del trabajo cotidiano. Muchísima producción para brindar variadas opciones.
Diversidad de colores y formas se plasmaron en las redes, más aliadas que nunca ante la falta de ferias. Sorteos y posteos constantes atrajeron más, admiradores, clientes y amigos. La rueda comenzó a girar y tras un pedido de una jabonera venía el de una lámpara, con esa publicación alguien más se sumaba a la clientela y así.
‘‘Encontré alternativas porque la gente empezó a ver su casa, a arregarla y comenzó a pedir distintas cosas’’, especificó Lorena sobre los meses más duros de encierro.
Amante de las suculentas, entre planchas de vidrio y confecciones terminadas, las plantitas también dicen presente en este hogar que vibra al son del arte. Hoy, Lore disfruta plenamente de su trabajo y la satisfacción que le deja el contacto con la gente, el hecho de que su creación forme parte de otras vidas. Y anticipando a la advertencia de no hacer del hobby, la tarea diaria, tiene cerca un saxo, con ganas de resonar en cualquier momento. Además, la pintura al óleo es una de sus últimas incursiones donde plasma la intensidad de lo abstacto, para que cada cual conecte desde donde le plazca.
Con dos hornos que se encienden día a día y una actitud renovada, más ligera, Lore redefinió sus pasiones y potenció una faceta que ni ella imaginaba posible y liberadora. Es que la vitrofusión además de versátil se define como ‘‘unir, fusionar, modelar y superponer vidrio con calor de tal manera que el resultado sea una pieza homogénea y libre de tensiones’’. Arte espejo.