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Las consecuencias del desecho irresponsable de barbijos y guantes descartables se ven a nivel global. Representan otro problema que afecta el agua y la vida silvestre.

La vida está compuesta de dualidades. Así como en el inicio de la pandemia del coronavirus llegaron noticias optimistas como la caída en la emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, producto del confinamiento y la reducción de los aviones en el aire y el transporte por rutas, calles y autopistas; también fue inevitable la generación de un importante número de residuos contaminantes que llegaron como efectos colaterales de la enfermedad: barbijos, guantes, botas desechables y recipientes de comida rápida, entre otros, todos ellos llamados ‘plásticos de un sólo uso’.

“Esas consecuencias ya se están percibiendo a nivel mundial, hay registros de barbijos en sitios donde antes no eran vistos como en las costas de los mares y los océanos. Esto representa un problema de contaminación más a los que ya existen”, señaló Gladys Garrido, docente, investigadora y directora del Programa de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de una Universidad Nacional de Misiones (Unam).

Y continuó: “Sabemos que la contaminación de los océanos comienza en las ciudades, vemos que el mal uso de una bolsa de plástico que termina en una alcantarilla llega a los ríos y termina finalmente en el mar. Lo mismo ocurre con los barbijos y todo lo demás, sumado a que los barbijos quirúrgicos están hechos de un material derivado del petróleo, el polipropileno, que demora más de 450 años en descomponerse”.

Por su parte, Héctor Cardozo, director general de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos de Posadas, en diálogo, compartió: “En Misiones por lo general hay casi un 70% de residuos orgánicos y cuando vino lo descartable por la pandemia, se pasó a más porcentaje de plástico de un sólo uso, eso se incrementó bastante”.

Es que sumado a estos elementos de protección personal, también se suman los envases descartables que se potenciaron con los servicio de delivery por el confinamiento.

Ambientalistas y proteccionistas de la vida silvestre advierten sobre estos riesgos y dan cuenta del impacto de estos residuos en el medioambiente. Tal es así que según reveló un estudio del Instituto Argentino de Oceanografía (Iado) este aumento en los desechos de estos materiales que están contaminando las playas y costas de Argentina podría conformar “piscinas” de microplásticos.

El trabajo preliminar fue realizado por los investigadores del Iado, que depende de la Universidad Nacional del Sur, en conjunto con otros institutos de Chile, Colombia, Brasil y Perú en el cual se realizó un relevamiento del contenido de plásticos producidos durante la pandemia del coronavirus.

La investigación comenzó el año pasado y a principios de éste fue publicada por la la revista Science of the Total Environment. De acuerdo a los investigadores, la pandemia de coronavirus puede agravar la contaminación por la diseminación de plásticos en las playas y los entornos costeros de América Latina, aumentando el daño a las especies marinas en los próximos años.

“Se trata de un estudio preliminar que se hizo para Latinoamérica, estamos avanzando con nuevos resultados pero sorprendentemente lo que encontramos fue una gran cantidad de barbijos que muchas veces eran desechados en la mayoría de los casos en forma involuntaria por la gente”, sostuvo, la bióloga e investigadora, Melisa Fernández Severini.

Un cambio en la conciencia

Garrido consideró que frente a esta problemática es necesaria una toma de conciencia que supone un ejercicio que se debe promover todos los días de forma permanente, ya sea desde la educación en la escuela o desde los medios de comunicación. “En ese sentido, la educación ambiental juega un rol central ya que nos permite dar un mensaje integral, ya sea desde el cuidado de la salud individual, comunitaria pero también con un enfoque ambiental incluyendo a los demás seres vivos”, argumentó.

En ese sentido, remarcó: “Nuestro mal hábito está dañando también a la fauna silvestre, vemos cómo se enredan las patas de las aves, los guantes llegan al agua e incrementan la contaminación de sitios que los animales usan como área de alimentación. Se empieza con una gran cadena de problemas.

Y continuó: “La contaminación del agua es un tema central a tener en cuenta para preservar la salud del planeta. Además de ser un elemento vital, el acceso al agua segura es cada vez más escasa en algunas partes del mundo, por lo tanto, como parte de esta humanidad hay que hacer un esfuerzo por no contaminar”.

Respecto a cómo aportar cada uno desde la individualidad de su hogar, la profesional recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomienda descartar estos productos en tachos o recipientes abiertos. “La forma correcta sería introducirlos dentro de una bolsa, cerrarla y recién descartarlo”, explicó.

Cardozo, en tanto, hizo hincapié en el modo de separar los residuos en los hogares donde hay casos positivos para no poner en riesgo a los recolectores: “Meter todo en una bolsa, rociarla con alcohol, se le pone otra bolsa encima y dejarla un día en algún lugar de la casa y después sacarlo al contenedor para vaya derecho al relleno sanitario. Los residuos patológicos no se reciclan, tampoco lo que esté contaminado con Covid”. 

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