El martes 27 de abril del 2021, Tomás Gimeno asesinó a sus dos hijas: Olivia y Anna en Tenerife, España.
Los cuerpos de Anna y de Tomás Gimeno siguen sin aparecer. Los investigadores mantienen la hipótesis que indica que el hombre asesinó a sus hijas en una casa de fin de semana de sus padres, envolviéndolas en toallas e introduciéndolas en bolsas de basura y estas en bolsos deportivos que colocó en su auto.
El 28 de abril, una lancha propiedad de Gimeno fue encontrada a la deriva cerca del puerto de Güímar, pero el cuerpo de la pequeña Anna de 1 año no apareció. Lo mismo sucede con el hombre, ya que el cadáver de “El monstruo de Tenerife” no pudo ser hallado.
Juan Machín, experto en actividades subacuáticas y sargento de la Guardia Civil de la región, aseguró a la prensa que “si la hipótesis que mantiene la Guardia Civil sobre Tomás Gimeno es cierta, su cuerpo jamás será encontrado“.
“La propia orografía del fondo marino ha provocado que el ROV se haya quedado enganchado en varias ocasiones en alguna roca. Una de las veces tardó más de una hora en recuperarlo con riesgo de perderlo definitivamente”, indicó el especialista.
Según los investigadores, Tomás Gimeno se suicidó arrojándose al mar con dos botellas de aire comprimido que le ayudaron a bajar con mayor rapidez impidiéndole regresar a la superficie una vez que el oxígeno se acabe. Esto, sumado a un cinturón de plomo, habría hecho que el hombre muera en la profundidad del océano.
“A esa profundidad pudo notar la descompensación en los oídos pero casi con seguridad no sufrió obnubilación a causa de la narcosis porque en caídas tan rápidas no da tiempo”, indicó el especialista, que consideró que es prácticamente imposible que el cuerpo del padre de las niñas aparezca “a la deriva”. “A la profundidad a la que supuestamente cayó, las mareas no lo desplazan“, explicó Machín, aclarando que a esas profundidades la temperatura del agua oscila entre los 2 y los 4 grados, una temperatura que retrasa “un poco” la descomposición, pero no la frena.
“Desde que un cuerpo muerte comienza la acción bacteriológica que provoca gases, pero al estar a tanta profundidad, más de 1.000 metros, estos gases no se expanden porque están sometidos a gran presión, lo que provoca que el cuerpo no flote”, remarcó.