Abogados y mediadores reconocen que las separaciones han crecido notablemente, al igual que la hostilidad. Muchos no concretan el divorcio por causas de costos.
Las situaciones límites siempre son aceleradores de problemáticas que estaban latentes y en este sentido la pandemia vino a dar el golpe de gracia a muchas cosas que ya no funcionaban. Sin dudas, la familia, como núcleo social sintió el cimbronazo en diversos aspectos de su rutina y las parejas, sobre todo aquellas que estaban acostumbradas a verse poco o llevaban una rutina estricta y coordinada, se enfrentaron con molestias propias y ajenas que muchos no pudieron tolerar y dijeron basta. A nivel país, se toman como referentes los datos de la Ciudad de Buenos Aires y en esa línea hace unos meses se conoció que por primera vez en años, los divorcios superan a los casamientos. Desde el Registro de Personas de la capital siempre llevan un cálculo que de la mitad de los casamientos terminan en divorcio pero este año estiman serán más.
En Misiones, en tanto, según las estadísticas de la Mesa de Entrada Única Informatizada del Poder Judicial, la situación es similar a la de otros distritos.
Los números muestran un aumento en cuanto a la cantidad de divorcios comparando épocas prepandémicas con la actualidad. Así, entre marzo de 2019 y marzo del 2020 se registraron un total de 7.058 solicitudes, que en la gran mayoría fueron regularizaciones de separaciones de hecho. Casi no existieron divorcios contradictorios. En cambio, en lo que va de este año ya se registraron 7.424 causas.
Los letrados justifican las estadísticas del Poder Judicial en que, en la mayoría de los casos, se produjeron separaciones de hecho, sin concretar el trámite disolutorio.
Sin embargo, abogados y mediadores reconocen un alto grado de hostilidad al momento de concretar el trámite de divorcio. Entonces, muchas veces el trámite no termina siendo expeditivo debido a la conflictividad por un lado y a los costos económicos que implica divorciarse.
Los profesionales afirman que las consultas al respecto aumentaron cerca del 60%, en coincidencia con los terapeutas de pareja, que están ayudando a los corazones rotos a trazar un nuevo camino.
Más que provocar la separación de parejas, la cuarentena descubrió que muchas ya estaban rotas. Incluso en abril del año pasado, habiendo transcurrido pocas semanas de confinamiento, ya se hablaba del boom de crisis matrimoniales que provocaría el encierro.
Para ellos, el confinamiento y la convivencia estrecha actuaron como catalizador. Es decir, hicieron aflorar lo que ya subyacía en la pareja. La cuarentena no fue el desencadenante del quiebre, sino el escenario donde se llegó a ese punto. Por ello, hoy viven en sus estudios una verdadera temporada alta de rupturas conyugales.
Reproches mutuos
Para los letrados, ahora se ven los resabios de la pandemia, tanto en los matrimonios como en las uniones convivenciales: hay mucha conflictividad y desgaste, sostienen.
No hay un apuro por lograr el cambio en el estado civil, pero sí asegurar los alimentos y la estabilidad económica. Esto se ve reflejado en la labor del Centro Judicial de Mediación (Cejume) donde siete de cada diez personas que acudieron al lugar para resolver conflictos de tenencia, régimen de visitas y alimentos llegaron a un acuerdo total o parcial.
Según apuntó José Luis Montoto, director del centro, «las familias empezaron a rediseñar su relación, hubo casos donde se planteaban que querían modificar la cuota alimentaria porque no estaba trabajando, pero se generaba una alternativa. Nuestro entorno es colaborativo, respecto al jurisdiccional que la mirada es adversarial. Allí la lucha se profundiza y no se generan muchas opciones».
Es que los costos juegan un papel preponderante, por ello dejan el trámite de divorcio y división de bienes para una última instancia.
«Por ley de honorarios, un divorcio cuesta cerca de los 70 mil pesos, es por eso que muchos retrasan ese punto y se vuelcan a resolver otros, como alimentos y régimen de contacto, que son más rápidos y económicos. Al ser tan oneroso, sumado a los gastos que implica volver a establecerse, muchos retrasan el trámite», señala la abogada obereña Florencia Donnerstag.
Por su parte, la abogada Marcela Martínez señaló que los casos se incrementaron especialmente en los últimos diez meses.
En su estudio, al igual que Donnerstag, recibe a parejas que sin importar los años de convivencia llegan con mucha carga emocional y acusaciones mutuas.
«Se nota mucha determinación y poca tolerancia. Llegan cargados de reproches, incluso en parejas con décadas de convivencia», sostuvo.
Este fue otro punto que resaltó en las separaciones. No sólo apuntó a quienes debieron hacer malabares con los sueldos a medias, con las tareas de los niños, sino también con aquellas parejas que después de una vida en conjunto, de criar a los hijos, ya en etapa de disfrute, se encontraron que no coincidían siquiera en el tiempo de ocio.
Por otro lado, el nivel de hostilidad descripto por las letradas coincide con los resultados de un estudio realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (Opsa) de la Facultad de Psicología de la UBA, en el que muestra entre los reproches señalados: la intromisión en la vida del otro y no ser del todo sincero o no decirse la verdad, que mostraron valores muy elevados (52% y 56%, respectivamente).