Un estudio australiano comprobó que la actividad física puede equilibrar los problemas de la mala calidad de sueño. La investigación se viene realizando hace más de una década.
Un grupo de investigadores de las universidades de Sidney y Newcastle (Australia) recopiló datos de más de 380 mil personas con una edad media de 55 años y comprobó que la actividad física puede equilibrar los problemas de la mala calidad de sueño, compensando los riesgos que eso puede traer aparejado en la salud.
Los resultados, publicados en la revista British Journal of Sports Medicine, arrojaron que el ejercicio puede compensar de alguna manera la falta de descanso, lo que reduce los riesgos de enfermarse. Los investigadores observaron que las personas que no hacían actividad ni descansaban bien, tenían más chance de muerte prematura.
Para analizar la cantidad de ejercicio realizada por los voluntarios, los especialistas utilizaron la medida del MET (equivalente metabólico de tarea), que son las calorías quemadas por minuto en una semana. A su vez, analizaron hábitos del sueño, teniendo en cuenta las horas que dormían, si roncaban y la sensación de somnolencia diurna.
La poca actividad física y el mal descanso son dos factores de riesgo para los problemas cardiovasculares, como el ACV o infartos, y también aumentan las chances de desarrollar cáncer.
De acuerdo con los investigadores, “las personas más delgadas, las que comían más fruta y verdura, los que tenían menos actividad sedentaria, los que no trabajaban en turnos o los que bebían menos alcohol tenían menos problemas de sueño”. También se registraron más casos de trastornos de sueño entre los hombres que entre las mujeres.
Los hábitos de los voluntarios fueron analizados durante 11 años, desde el 2008. Eso les permitió a los especialistas confirmar lo que estudios anteriores habían afirmado: cuanto más baja es la calidad de sueño y más sedentaria son las personas, más riesgo existe de morir prematuramente por distintos tipos de enfermedades y accidentes cerebrovasculares (ACV).
En ese sentido, los investigadores explicaron que “la actividad física en unos niveles igual o de más de 600 MET (dos horas y media semanal de ejercicio, equivalente a 75 minutos de ejercicio intenso) elimina la mayoría de los riesgos que asocian la falta de sueño con la mortalidad”.