Salieron a la luz otras 17 cartas inéditas de Manuel Belgrano escritas en 1811 desde su cuartel en Candelaria y su estadía en Paraguay, luego de Paraguarí y Tacuarí. Pertenecen al Archivo Histórico de Corrientes, fueron hasta ahora desconocidas, disponibles para historiadores, y fueron publicadas por el compilador Jorge Deniri.

Belgrano desnuda en sus cartas al jacobino que fusila a desertores y traidores, que promete sangre y plomo a quien se oponga a la Junta de Buenos Aires, al magnánimo con viudas y huérfanos, jugado por los derechos de los guaraníes. “No se oiga ya que los ricos devoran a los pobres”, señaló en carta a don Ángel Fernández Blanco.

En Candelaria, enviado por la Primera Junta de la cual él mismo era vocal, se disponía a cruzar a Paraguay en diciembre de 1811 para apoyar al “partido de la revolución” contra el jefe realista Bernardo Velazco.

Nombrado comandante en jefe de las primeras tropas patrias llegó con la orden de convencer o “arcabucear” a sus adversarios. En fin, que use la violencia. Al principio la orden fue operar en la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos y Paraguay, pero se complicó más la relación con Paraguay, inmune a la influencia porteña y fiel a la Junta de Regencia que en España representaba al rey Fernando VII, prisionero de Napoleón.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano ya era un militar, elogiado luego por José de San Martín, lejos de la edulcorada imagen que adornó las aulas de nuestra infancia. Fue militar autodidacta, capitán en la derrotada Invasión Inglesa de 1807, brigadier al marchar en Paraguay y general antes de la batalla de Tacuarí. El creador de la bandera argentina volcó en esas cartas todo su fervor revolucionario (encapsulado en la adhesión a Fernando VII y la lucha contra Napoleón Bonaparte), pero también su fastidio por la escasez de armas, de caballos, municiones y de otros medios para la guerra.

Su decepción con los correntinos (“no observo patriotismo, ni fuego en las gentes de Corrientes, y me es muy doloroso decirlo”, escribió) y su desengaño ante la hostilidad paraguaya, figuran en sus cartas. Las 27 enviadas al gobernador de Corrientes, Galván, fueron publicadas por Deniri en 2019. Son parte del Archivo Histórico de Corrientes.

Errores de cálculo político, malograda inteligencia militar, división entre “saavedristas” y “morenistas”, con Belgrano soldado a los ideales de Mariano Moreno y su primo Juan José Castelli, llevaron al primer ejército patrio hacia una emboscada militar. Pero las ideas del prócer dieron sus frutos y el 14 de mayo siguiente, Paraguay inició su camino hacia la independencia.

“Con 200 hombres basta y sobra para levantar al partido de la revolución y tomar Asunción”, había informado a la Primera Junta el exjefe militar de Itapúa José de Espínola y Peña. El 25 de Mayo de 1810 estaba en Buenos Aires, cabeza del Virreinato, por un pleito en el que reclamaba un puesto castrense en Santiago. ¿Ingenuo, doble agente? Lo cierto es que le creyeron a Espínola. ¡Y encima lo enviaron como delegado ante Bernardo Velazco, exigiendo en sus pliegos que se subordinara a Buenos Aires! Huyó para salvarse de la cárcel y murió ese año en Buenos Aires.

En Asunción era mayoritario el partido que detestaba a los “porteños” Esta fue, como Deniri señaló a este periodista, una clave principal. Los paraguayos, liderados por José Gaspar Rodríguez de Francia, nunca aceptaron dejar el yugo español, para subordinarse a Buenos Aires. “Porteño” era una mala palaba y el director del Archivo de Corrientes e historiador sostuvo que “Belgrano minusvaloraba a los paraguayos, era un porteño iteba, como decimos acá”. En el gobierno de Corrientes, la Junta puso a un hombre suyo, Elías Galván, pero el Cabildo –pese a su adhesión inicial- realizó más de 50 sesiones sin mencionar la expedición a Paraguay ni a Belgrano, a llama “general del norte” agradeciendo un ejemplar del Contrato Social de Rousseau enviado por él.

Las cartas belgranianas, en segunda tanda, fueron transcriptas y algunas pueden verse en copias con alguna dificultad. Para Misiones sería un patrimonio digno de una plataforma digital, para provecho de todos. Para desilusión de los posadeños, la capital misionera, solo es nombrada como San José y lugar de refugio de embarcaciones y patrullaje de las fuerzas en pugna.

El realista Bernardo de Velazco había convocado en julio a un congreso que juró lealtad a la Regencia y decidió buenas relaciones pero no subordinación a Buenos Aires. ¿A Belgrano lo enviaron casi al muere en esa campaña? No se podría asegurar tal cosa. Esa expedición “sólo pudo caber en unas cabezas acaloradas que sólo veían su objeto y a quienes nada era difícil, porque no reflexionaban ni tenían conocimientos”, dijo el creador de la bandera patrias en sus memorias de 1814.

En pocos días se cumplirán 211 años de la llegada de Manuel Belgrano a Candelaria. Instaló allí su cuartel general, cruzó el Paraná y, en una primera escaramuza, desparramó una guardia de 58 guardias del paso. Comenzaba a funcionar la estrategia del español Bernardo de Velazco, porque el gobernador lo esperó en Paraguarí con un ejército de 7.000 hombres, para darle el primer golpe.

En sus cartas, Belgrano muestra su perfil militar, hecho en la fragua de su propia voluntad, luego de alcanzar el más alto nivel intelectual como abogado, economista, periodista, diplomático y político. Vocal de la Primera Junta de Buenos Aires, partió en septiembre de 1810 hacia el norte, para apoyar al partido de la revolución en Paraguay.

Aun con el auxilio del gobernador de las Misiones, Tomás de Rocamora, desde su base en Yapeyú, y los aportes en La Bajada (hoy Paraná) y Santa Fe, la milicia patriota nunca pasó los 2.000 efectivos. En Paraguay lo esperaba un esquema complejo. Los paraguayos no querían someterse a los porteños, detestaban las trabas impositivas que se aplicaban en Santa Fe y Buenos Aires al tabaco, la yerba y los cueros. Y, más aún, tenían un fuerte ejército con un jefe respetado, el gobernador español Bernardo de Velazco.

Asunción desconoció a la Junta de Buenos Aires y el 16 de diciembre de 1810, ya en Candelaria, Belgrano escribió a Cornelio Saavedra. Luego en su autobiografía reconoció el error de imaginar que “el partido de la revolución sería grande”, apenas ingresado a Paraguay.

Con 200 hombres partió Belgrano de Buenos Aires el 25 de septiembre de 1810, sumó 357 hombres en San Nicolás el 28 del mismo mes, y en la Bajada hoy Paraná agregó 200 patricios desde Buenos Aires, llegando a 950 soldados.

El vocal de la Primera Junta y jefe militar intentó engañar a Velazco. Sin embargo, este español experimentado en batallas contra Napoléon y la dfensa de Buenos Aires, dominaba los ríos Paraná y Paraguay, con centro en Paso del Rey (hoy Paso de la Patria). Colocó a Fulgencio Yegros con tropas en la margen derecha del Paraná y vigiló los pasos.

Luego de Curuzú Cuatiá y Mandisoví, la tropa de Belgrano llegó el 4 de diciembre a la costa del Paraná frente a la Isla Apipé. Pensó en ingresar por allí a Paraguay, pero estableció su cuartel general en Candelaria y cruzó el río el 19 de diciembre de 1810. Libró allí una escaramuza frente a 58 soldados en Campichuelo y los puso en desbandada. Al día siguiente estaba en Itapúa.

La estrategia de Velazco fue retroceder a unos 140 kilómetros de Asunción, en el primer choque –el 19 de enero de 1811- de una fuerza realista de 7.000 hombres, Belgrano debió retirarse, pasar el río Tacuarí, y hacerse fuerte en una altura que hoy se llama “Cerro Porteño”.

El 19 de marzo de 1811, a tres meses de haber ingresado a Paraguay, se produjo la batalla de Tacuarí. Pero los perseguidores se propusieron cortarles la retirada por el río Paraná y con 4000 hombres a las órdenes de Cabañas y Yegros, atacaron la retaguardia del campamento patriota por una picada abierta en el monte y cruzaron el Aguapey y el Tacuarí.

Belgrano se negó a rendirse y pidió una que finalmente aceptó Manuel Cabañas, con un intercambio de afectuosas cartas. En ellas se mezclaban cuestiones militares, fervores patrióticos y arreo de ganado, porque en esa zona había estancias de los jefes paraguayos.

El final de Tacuarí fue de película, donde Belgrano y su vencedor Cabañas se abrazaron y lo que quedaba del ejército patrio desfiló ante una formación paraguaya. Pocos días más tarde, el vocal de la Primera Junta ya estaba en Candelaria y se aprontaba a una larga marcha hacia la Banda Oriental, donde Montevideo también rechazaba a Buenos Aires y donde el virrey Francisco Javier de Elío mantenía el último bastión realista en el Río de la Plata.

En Tacuarí (9 de marzo de 1811) Belgrano fue rodeado por fuerzas diez veces superiores, resistió todo el día, y cuando ya no le quedaban más que 200 hombres, respondió a la intimación de entregarse que: las armas de la patria no se rendían en sus manos.

Según algunos relatos, el niño correntino Pedro Ríos de doce años solicitó en 1810 incorporarse como tambor a las tropas de Belgrano en su expedición al Paraguay y cayó herido de muerte mientras tocaba el redoble durante los combates. Se lo conoce como “el tambor de Tacuarí”.

Al sitio de la última resistencia se le denominó Cerrito de los Porteños. Convenida la cesación de hostilidades, las tropas patriotas se retiraron el 10 de marzo en dirección al paso que se hallaba frente a Candelaria. A pesar del resultado adverso, la revolución no tardó en producirse también en el Paraguay

Según la historiadora del Instituto Ravignani, Bárbara Caletti Garciadiego, Belgrano buscó la adhesión de “la población indígena a la causa revolucionaria”. Reconoció a Curuzú Cuatiá y a Mandisoví como villas, redactó a fines de 1810 un “Reglamento Polìtico y Administrativo y Reforma de los 30 Pueblos de las Misiones”, liberándolos de cargas comunales.

La irritación asuncena apuntaba a Buenos Aires y a la Corona, por las trabas arancelarias en Santa Fe y la capital del virreinato. Luego de las batallas de Paraguarí y Tacuarí en 9 de enero y 19 de marzo, se produjo en ese mismo 1811 –el 14 de mayo- derribaron a Bernardo de Velazco y el poder quedó en manos de un triunvirato integrado por el mismo Velazco, el Dr Gaspar Rodríguez de Francia y el el capitán Juan Valeriano de Zeballos.

Después, un congreso convocado el 17 de junio de 1811 creó una junta presidida por el coronel Fulgencio Yegros, junto a José Gaspar Rodríguez de Francia, el capitán Pedro Juan Caballeo, el cura Francisco Javier Bogarín y el doctor Fernando de la Mora.

Con la adhesión a la corona española, Paraguay se declaró autónoma de las Provincias Unidas del Río de la Plata, se abolió el estanco de tabaco para su libre venta, no pagarían a Buenos Aires derechos por el ingreso de yerba y otros productos.

Belgrano trató estos asuntos en una misión diplomática a Paraguay y el 12 de octubre de 1811 firmó un Tratado de Paz y Límites con la Junta Superior Gubernativa que desde 1814 la encabezó Francia como director temporal y desde 1816, como director perpetuo. La llama que encendió el creador de la bandera se mantenía ardiente.