Los allanamientos llevados a cabo en las últimas semanas sacaron a la luz fotografías y documentos que vinculan a importantes personalidades de la década del 90 con una organización acusada de esclavitud sexual y explotación laboral.

La secta llamada Escuela de Yoga fue el epicentro de la moda en la década del 90. Emplazada en el corazón de Recoleta, recibía entre sus alumnos a ricos, famosos y poderosos por igual, que asistían cual fieles religiosos a escuchar los consejos del líder, al tiempo que participaban en fiestas y orgías que incluían a menores de edad.

El líder, “el maestro” de la secta Escuela de Yoga era Juan Percowicz, tiene 84 años y fue detenido tarde. Demasiado tarde. Llegó a la comisaría acompañado de un bastón, dejando atrás décadas de turbulentas actividades oscuras. Fue investigado por la Justicia por primera vez allá por 1993, pero amparado en sus poderosas influencias, que incluían, por ejemplo, al ex presidente norteamericano Bill Clinton, supo escapar del tan temido encierro.

Percowicz les aseguraba a sus seguidores ser un ángel con la misión de salvar a la tierra. Para ello, debía crear otros mil ángeles. Los ángeles eran sus seguidores, quienes recibían tareas de arte, literatura y filosofía para “crecer, evolucionar y llegar a ser quienes salven al mundo”.

El centro de yoga era la fachada. Por dentro, una aceitada organización captaba familias enteras y las sometía a explotación sexual y laboral. El principal denunciante en la causa, Pablo Salum, es justamente el primer niño en transformarse en víctima y cautivo de la organización.

“Cuando llegué junto a mi familia, sólo había cuatro personas. Tiempo después éramos casi mil”, asegura Salum, demostrando el crecimiento exponencial de la peligrosa secta. Su madre se había acercado a la organización por un grave problema de salud. “Estaba en un momento muy delicado e influenciable”, asegura.

La secta tenía una escala jerárquica: primero eran alumnos y luego iban ascendiendo del número 4 al 7. “Cada número tenía una valoración y era muy difícil de lograr”, explicó Salum, en un crudo relato a través de sus redes sociales, que logró el inmediato apoyo de miles de personas.

Las “reuniones filosóficas”, como las llamaba Percowicz, comenzaron en departamentos privados, pero poco tiempo después llegaron a comprar su propio café bar que auspiciaba la sede en Las Heras y Pueyrredón, en pleno Recoleta. Fue entonces que las tareas se fueron tornando más siniestras. Hombres, mujeres y niños debían soportar castigos físicos, mentales y sexuales para progresar en la jerarquía.

“El maestro decía que la moral no era más que otra barrera impuesta por el mundo y que había que combatir. Delante de los niños, los adolescentes y adultos tenían sexo como parte de las reuniones filosóficas”, relata el primero de los denunciantes.

Las fotografías de la época son inapelables. Niños desnudos mirando atónitos una marea de adultos teniendo sexo entre ellos, tocándose y bailando al ritmo de la música. Entre los adultos había jueces, políticos, ministros nacionales y poderosos sindicalistas, que incluso llegaban a elegir libremente niños y niñas a partir de diez años de edad para tener relaciones sexuales.

Entre los vinculados a la secta estuvieron el entonces presidente Carlos Menem; la actriz Graciela Alfano; el ex ministro procesado Raúl Granillo Ocampo; el senador Deolindo Felipe Bittel; el empresario José Luis Manzano; y hasta el dirigente peronista Carlos Ruckauf, quien buscó deslindarse de responsabilidades asegurando que sólo fue dos veces para una charla, durante su campaña electoral.

“La secta destruyó todo. De mi familia no quedó nada. Mis hermanos se fueron a vivir a otros sitios, mi madre se separó de mi padrastro y vivíamos en un pequeño departamento de la organización. Hasta mi mascota me sacaron, por orden del líder”, se lamenta Salum.

“Al ser jerarquía, en mi familia veíamos lo que los otros no veían. Sobres con dinero, videos y fotos de tareas sexuales. Presenciamos reuniones en donde el líder decía a qué poderosos captar. Éramos esclavos que vivíamos para el líder y su organización”.

“Mi madre y hermana eran explotadas sexualmente y obligadas a participar en orgías en el hotel Sheraton con poderosos”. Cuando se reveló la historia, Salum fue sacado a trompadas de su casa, separado de su familia y obligado a trabajar en la cocina del café que funcionaba como sede, sin recibir salario por ello.

La pesadilla y los ilícitos se mantuvieron por décadas, hasta pocas semanas atrás, cuando diez allanamientos en simultáneo, en un impactante operativo policial que incluyó patrulleros, perros y helicópteros, culminaron con la detención del “maestro”.

Para ese entonces, la Escuela de Yoga tenía causas abiertas por explotación laboral, explotación sexual, hurto agravado, lavado de activos y el ejercicio ilegal de la medicina. Al ser detenido en su imponente mansión enclavada en un coqueto barrio cerrado del norte de la provincia de Buenos Aires, Percowicz tenía medio millón de dólares en efectivo, joyas, y monedas de plata y oro.

Fiel a sus “ángeles”, hasta el momento se negó a revelar los oscuros secretos de los ricos y famosos y, por su avanzada edad, los investigadores temen que termine llevándose el secreto a la tumba.