La pequeña Selene Aguirre fue asesinada en enero de 2015. El primer juicio se anuló y el segundo arribó a un fallo, pero fue anulado. La causa está en la Corte Suprema

La madrugada del 29 de enero de 2015, Selene Aguirre fue ingresada muerta a la guardia del Hospital Samic de Oberá. La criatura padecía un grave cuadro de discapacidad y al momento de su deceso tenía apenas dos años y cuatro meses de vida.

 Tras el debate oral y público, el 21 de diciembre del 2017 un Tribunal integrado por camaristas civiles obereños absolvió a Victoria Aguirre (28) -madre de la víctima- y condenó a 19 años de prisión a Rolando Lovera (37), ex pareja de la mujer.

En tanto, en marzo del 2020 el Superior Tribunal de Justicia (STJ) anuló la sentencia y ordenó el dictado de un nuevo fallo en base al material probatorio reunido en el debate oral.

En junio de 2020, los mismos jueces que condenaron a Lovera denegaron el pedido de excarcelación presentado por la defensa del imputado, quien en consecuencia ya lleva preso siete años sin condena, sobrepasando largamente el tope de la prisión preventiva.

 “Esta sentencia transformó la detención de Lovera en ilegítima porque no hay una sentencia firme. Es decir que deniegan la excarcelación sin sentencia y con todos los plazos vencidos de la prisión preventiva. Esto confirma la comisión de un delito por parte del Tribunal”, remarcó oportunamente Martín Moreira, defensor del imputado.

El letrado aseguró que se trata de una medida “carente de fundamento, no contesta las inquietudes que planteé y contradice con la propia jurisprudencia del Tribunal Penal cuando se le otorgó la libertad a Santa Andrea (por abuso) y a Schming por la causa Marilyn Bárbaro, por ejemplo”.

Idas y vueltas

Selene Aguirre falleció a consecuencia de una fractura de cráneo que derivó en una hemorragia interna y paro cardiorrespiratorio, según determinó la autopsia.

Luego, la justicia de instrucción halló elementos para acusar a la mamá de la víctima y a su concubino.

El primer juicio fue anulado porque la defensa de Aguirre recusó al Tribunal Penal Uno de Oberá, por lo que para el segundo debate se conformó un Tribunal subrogante con jueces civiles.

Tras la nulidad de la sentencia por parte del máximo órgano judicial de Misiones, la defensa de Aguirre presentó un recurso de queja ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, órgano que aún no se expidió al respecto.

Lo cierto es que las circunstancias que rodearon al homicidio de la pequeña Selene y el posterior proceso penal, plagado de marchas y contramarchas, generaron posturas encontradas en la opinión pública y en el ámbito del Poder Judicial, puesto que en la instrucción se hallaron serios elementos para acusar a la progenitora, quien a su vez contó con el respaldo de organizaciones de género.

Tras conocerse los fundamentos del fallo que absolvió a la mujer, el defensor del imputado y la representante del ministerio fiscal interpusieron recursos en disconformidad con la sentencia del Tribunal obereño.

Moreira y la fiscal Estela Salguero, cada uno con sus argumentos, plantearon serios reparos a lo actuado por los magistrados Azucena García de González, Jorge Erasmo Villalba y Graciela Heppner.

Por su parte, el defensor de Lovera solicitó la nulidad absoluta del fallo y cuestionó duramente al órgano juzgador, al punto que expresó que los jueces se basaron en el alegato de la defensa de Aguirre para condenar a su cliente. 

Opinión fiscal

Selene padecía una sería discapacidad, al punto que ni siquiera podía sentarse o comer sola. Su única manera de expresión era el llanto y para movilizarse por sus medios tenía que arrastrarse de espaldas.

A simple vista, los médicos del hospital Samic que recibieron su cuerpo sin vida corroboraron la existencia de hematomas y excoriaciones en varias partes del cuerpo. Presentaba marcas recientes y otras de larga data.

En primera instancia su mamá se justificó diciendo que la nena padecía convulsiones y se golpeaba sola, pero después afirmó que se cayó del changuito. Ante tales contradicciones quedó detenida. Luego la mujer acusó a Lovera, quien entonces era su concubino.

En realidad, la pareja convivió menos de un mes: desde el 31 de diciembre del 2014 hasta el 29 de enero de 2015.

Según Aguirre, las primeras semanas todo transcurrió con normalidad, pero a partir del 21 de enero el sujeto comenzó a maltratarla a ella y su hija, las tenía recluidas, amenazadas y no tuvo oportunidad de pedir auxilio.   

Ya en el juicio, varios testimonios descreditaron el supuesto cautiverio. “Su coartada fue totalmente desvirtuada con la exposición de los médicos y peritos”, expresó la fiscal en su alegato.

“Aseguró que fue víctima de violencia de género, pero vimos las grabaciones de las cámaras de seguridad de la arenera donde trabajaba Lovera y observamos cómo se movía con total libertad. Se la vio llegar por sus medios y después andaba sola con el celular en la mano, como también lo dijeron los compañeros de trabajo de Lovera”, detalló Salguero.

La coartada del auto

Si bien en el juicio Aguirre se abstuvo de declarar, en la instrucción insistió con que Lovera hacía referencia a cuestiones sobrenaturales, aspecto desestimado por las tres ex parejas del hombre que prestaron declaración a su favor en el debate.

En tal sentido, en el expediente consta que Aguirre dijo que un momento su ex aseguró que “un humo negro” dominaba su mente. Después mencionó que un velador con forma de patito que le ordenaba qué hacer.

Una de las principales coartas de Aguirre para justificar la imposibilidad de pedir auxilio durante el supuesto cautiverio, fue afirmar que era trasladada en un vehículo que no se podía abrir desde adentro.

Dicha versión fue desacreditada en el juicio por Alberto Correa, quien al momento del hecho era empleado de la misma arenera en la que trabajaba Lovera y propietario del auto que usaba el imputado.

“Fue muy buen compañero en el tiempo que trabajamos juntos. Nunca tuvo problemas con nadie y en varias oportunidades le presté mi auto. Siempre le veía con esa chica, le pregunté si estaba de novio y me dijo que sí”, recordó.

Y agregó: “Noté cierto descuido como madre, porque ella estaba entretenida con su celular y la nena lloraba. Entonces Lovera dejó de hablar conmigo y le atendió a la nena. Me dolía porque soy padre de dos hijos y mi señora nunca hizo eso”.

Tampoco vio golpeadas a la madre ni a la hija. En cambio, afirmó que el acusado se preocupaba por la nena y compró una heladera nueva cuando se mudó con Aguirre.  

Sobre las condiciones del auto que le prestaba a Lovera, indicó que las trabas y manijas estuvieron siempre en condiciones, no como declaró la mujer.


“El cuerpo habla”

 Sin dudas, uno de los momentos más difíciles del juicio fue la exhibición de la autopsia del cuerpo de la pequeña, a cargo del médico Gabriel Flores, quien subrayó que la víctima padeció tres golpes bien marcados, de los cuales dos tuvieron la potencia para de ser mortales.

En consecuencia, desacreditó la hipótesis de una muerte accidental, elemento con el que hasta último momento especuló la defensa de Aguirre como recurso extremo para atenuar la calificación del delito.

Según Flores, además un importante hematoma con chichón en la frente, Selene presentaba dos gravísimas lesiones en la cabeza que produjeron una fractura y hemorragia interna, que derivó en un paro cardiorespiratorio y el posterior deceso.

Para completar un cuadro de horror, el profesional confirmó que la criatura permaneció en estado comatoso por lo menos por un par de horas, es decir que sufrió la agonía. Su cabecita “se rompió como una nuez”, graficó con crudeza.

Además, apoyado en las fotografías de la autopsia, aportó un dato poco conocido: en el cráneo se nota claramente la marca de un círculo, como si fuera un sello de muerte, producido por algún objeto contundente.

Flores remarcó que “el cuerpo habla” y el examen determinó que “durante varios días la víctima sufrió golpes que fueron en aumento”.