El requerimiento apunta a dos efectivos del Comando local como autor y partícipe necesario del asesinato. También están imputados por encubrimiento dos conocidos de la víctima
La Fiscalía de Instrucción Tres de San Vicente solicitó que el expediente que investiga el asesinato de Reinaldo Andrade, quien fue ultimado de un disparo en la cabeza en medio de un presunto caso de gatillo fácil ocurrido el 13 de noviembre de 2019 en el paraje San Ignacio de El Soberbio, sea elevado a instancia de juicio oral.
En el expediente hay cuatro imputados, pero el más complicado por los elementos de prueba recolectados es el oficial subayudante Matías Esteban Lohn (22), quien se sospecha habría efectuado el disparo a unos 10 milímetros de la cabeza de la víctima.
De acuerdo a los datos recolectados por fuentes que entienden en la pesquisa, en el requerimiento fiscal que fue remitido días atrás al titular del Juzgado de Instrucción Tres, el juez Gerardo Casco, se considera que Lohn es el principal apuntado en la investigación. Y por ello se lo acusa de homicidio calificado por ser integrante de una fuerza de seguridad, agravado por el uso de arma de fuego.
A su vez, se hace constar que su compañero del Comando Radioeléctrico de El Soberbio y que el día del hecho manejaba el auto particular de Lohn, Fabio Boges, es considerado partícipe necesario del delito de homicidio calificado por ser integrante de una fuerza de seguridad, agravado por el uso de arma de fuego.
En tanto, los otros dos imputados que tiene el caso son Ricardo Augusto Velozo (26) y Fabian Sievers (32), ambos por falso testimonio y encubrimiento de homicidio agravado por el uso de arma de fuego en concurso real.
Diligencia clave
Uno de los últimos pasos importantes para el esclarecimiento del caso, y que permitió establecer varios puntos considerados de relevancia para establecer la mecánica del homicidio se produjo en agosto del año pasado con la realización de la reconstrucción del hecho.
La pericia realizada por peritos de Gendarmería Nacional Argentina (GNA) llegados desde Buenos Aires, y considerada clave para echar luz sobre algunos grises de la secuencia de muerte, concentró en el punto exacto del crimen -un camino terrado que conecta con la ruta costera 2 del paraje San Ignacio- a los abogados defensores de los acusados; Gabriel Miranda, Hugo Zapana y Martín Tilli; al representante de la querella, Daniel Braunstein; al fiscal de instrucción de San Vicente, Rodolfo Cáceres; y al juez a cargo de la instrucción de la causa, Gerardo Casco.
Sus testimonios no fueron coincidentes en relación a la distancia y dirección del disparo, aunque afirmaron que fue para persuadir hacia la luneta porque estaban siendo amenazados por la víctima que -según ellos- sacó el brazo derecho y apuntó hacia atrás. La autopsia concluyó que la bala ingresó detrás de la oreja derecha y que el disparo pudo haber sido a corta distancia, a lo que luego se precisó que fue a menos de 10 milímetros de distancia.
Casi como si se apoyara el caño del arma en la cabeza de la víctima.
Sobre la colisión al auto particular de los uniformados (estaban de civil), ambos mantuvieron su versión de que la víctima le cerró el paso cuando perseguían a un auto negro sospechado de contrabando, distinto a lo declarado por el testigo que iba en el auto de Andrade y ratificó que se habían detenido a orinar cuando escucharon disparos, ingresaron al auto y al momento de continuar la marcha los policías irrumpieron sin identificación, concretando el asesinato.
Igual que Lohn y Boges, decenas de preguntas debieron responder diez testigos, entre los que estuvo el amigo de la víctima y ahora imputado Sievers, quien esa tarde iba en el asiento del acompañante y fue una de las declaraciones más relevantes de la reconstrucción. También fue citado el jefe del Comando Radioeléctrico, Luis Donatti, de quien la familia del hombre asesinado sospecha que pudo haber plantado las armas en razón de que luego del crimen habría entrado y salido de la escena de civil, para un tiempo después volver a ingresar con uniforme.
Entre los otros estaba un ambulanciero, un motociclista que casualmente pasaba por el lugar y se topó con la escena y los habitantes de una propiedad que el Gol Trend de la víctima invadió luego de quedar acelerado con el cuerpo de Andrade caído sobre el volante y pedales.